Las señas del asesino
Don Jorge Rafael, dijo, y se tocó el pecho. Pero no hubo odio ni desprecio en la pronunciación de ese nombre. Ni siquiera tristeza. Fue un zumbido aséptico.
Si no hubiera alzado la mano mientras invocaba al dictador, ni antepuesto el don a las señas del asesino, habría pasado incluso por un inocente.
Alejandro Laurenza
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martes, 25 de junio de 2013
Las señas del asesino
Es tiempo de un relato cortito.
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