Mientras me ducho antes de desayunar, se me vienen las primeras líneas para otro cuento del libro infantil que estoy escribiendo. Me las digo, me las repito para no olvidarme. Busco algunas variaciones, las pruebo, descarto lo que no, dejo lo que sí.
Apenas salgo del baño, las anoto en el celu. Crecen, ya tengo dos párrafos completos con los que me siento bastante a gusto. Dos párrafos que seguramente no serán consecutivos, sino que se alternarán con otras líneas, que en algún momento escribiré.
Me pongo entonces un recordatorio en la agenda también del celu, para después pasar todo a la compu.