domingo, 19 de diciembre de 2010

Fuz

Comparto aquí un relato de El diario de Toba.


Fuz


Fuz es el líder de los gatos. Los tiene a todos cortitos. Es aguantador Fuz, no es autoritario, pero no deja que se pasen de la raya.

El pelo de Fuz es muy largo y de color gris. Y tiene pechito blanco; la pecherita, como dice papá. Además se para muy señorón, con porte. Y parece que el pelo lo peina siempre, para llamar la atención.

Mamá dice que es el gato de la casa, y papá también lo dice. Pero cuando papá se pone celoso (porque Fuz le lleva más el apunte a mamá que a él) lo descalifica, y dice que Monigotón es el gato de la casa, para hacerlo rabiar. Igual fuz no se da por enterado, porque es un gato muy independiente, muy seguro.

La verdad es que yo no sé, porque tiene varios nombres Fuz. A veces le dicen Fuz, a veces le dicen Mish, a veces Michifuz, y otras gato de porquería (sobre todo cuando se hace el vivo, y desaparece por unas horas). Y como yo no sé, le digo Fuz, que es cortito y además me gusta.

Por momentos el que se pasa de la raya es él. No le alcanza con ser el líder de los gatos, y quiere ser también el líder del perro, pero a mí eso no me gusta. No hay que confundir los roles.

Cuando corro mucho, y me olvido de quién soy, y le paso cerquita cerquita, él se enoja. Pero yo sigo corriendo, y él capaz se esconde detrás de la parra, vengativo, y cuando paso por ahí se me tira encima. Entonces mamá viene rápido a retarlo, para que no abuse, no sea cosa que el perro se revire y nos quedamos sin Fuz. Igual yo no le hago nada, porque Fuz ya es familia.


Alejandro Laurenza
del libro El diario de Toba

sábado, 4 de diciembre de 2010

Animarse

Publicaré hoy una reflexión escrita hace tiempo, acerca de lo que nos cuesta a veces lanzarnos, sinceros, a la concreción de nuestros sueños.

Animarse

Uno sabe (porque saber sabe) que hay que moverse, que hay que matar la rutina, que hay que salir a otras calles, visitar otros cielos, nadar otro ríos.

Sin embargo se deja caer, se deja encerrar, y se encuentra, como siempre, en la misma calle, bajo el mismo cielo, y frente al mismo río que nunca se animó a nadar.

Alejandro Laurenza

sábado, 13 de noviembre de 2010

El diario de Toba (¡segunda edición!)


Luego del suspenso aparece la segunda edición de El diario de Toba. Al igual que en la primera, la publicación es de Editorial Croquis, pero esta vez viene con dibujos para colorear, realizados por Lucila Cardozo; lo cual lo hace más atractivo, sobre todo para los más chiquitos.

Croquis se encargará de distribuirlo en Capital Federal y Gran Buenos Aires, y luego (si las cosas van bien) hará lo propio en el interior del país. Pero claro que yo no me quedaré esperando: saldré como siempre a recorrer plazas y parques, con mis libros bajo el brazo.

Dejo nuevamente el texto de contratapa, para quien tenga ganas de leerlo.

“Yo soy un perro, un perro de raza grande, dice papá, pero se ríe cuando lo dice. Para mí que algo esconde.”

Toba es un perro como cualquiera, que anda, corre, juega y se relaciona con sus dueños (papá y mamá) y con los cinco gatos que viven en su casa (sus hermanitos). Esas relaciones no siempre son fáciles, sobre todo para alguien como él, que solía detestar a los gatos y a todo animal que se cruzara en su camino. El tiempo le enseñó a quererlos; y la correa cortita también.

Toba podría ser un perro como cualquiera, pero hay algo que lo distingue. Toba tiene un diario donde escribe, donde cuenta, donde se muestra como es (o como él piensa que es).

domingo, 7 de noviembre de 2010

Internet según Asimov

Prefiguración de Internet por Asimov. Año 1988. Antes de que hubiéramos podido imaginarla. Una nueva forma de aprender.

Agradezco al Blog Editorial C & M por haber compartido este video, que ahora tomo prestado.

sábado, 23 de octubre de 2010

Sucede

Compartiré hoy un poema de la escritora rosarina Rosa Fasolís. Sin palabras. Juzgarán por ustedes mismos.

Sucede

Sucede
que el pájaro sea la antelación del vuelo.
Sucede
que el torbellino prefigure la calma,
que el fuego la ceniza.
Sucede
que en el límite
entre el sueño y la vigilia
el pensamiento
torne en ceniza antes que en fuego
se transfiera en vuelo antes que en ala
desde la calma anticipe el torbellino.

Sucede
que alguien encuentre su ángel
en una copa de vino
o en un beso.
Yo… yo escribo versos.

Rosa Fasolís
del libro “Sacramento y Ceniza”

sábado, 16 de octubre de 2010

La crisis

Hace unos meses publiqué el poema Tras la crisis perteneciente al libro Maldita Conciencia. Ahora quiero dejar su contrapunto, aquel que lo precede y justifica.

La crisis


La piel que llevo no habla de mí,
estas manos trabajando
en otro sitio quisieran estar,
¿cuál es mi lugar en este mundo?
¿Cuál es mi lugar?

Sinuoso camino me impone,
me fabrica, me condena,
un corazón irrespetuoso
que no descansa
ni descansar me deja.

Siempre con lo puesto,
me obliga a ser otro,
a no mirar pasados,
a no saber futuros,
a seguir buscando
ciudades de oro y plata.

Suena una canción en mis oídos
encantadora y dulce,
despiadada y dulce,
suena y me lleva
adonde ella quiere,
y me pierde, me domina,
y me guarda
de la quietud, del hastío.


Alejandro Laurenza
del libro Maldita Conciencia

viernes, 8 de octubre de 2010

Cumplir las metas

Reflexionemos en pocas palabras sobre las metas que uno mismo se fija.

Cumplir las metas


No es tanto luchar (oponerse) como trabajar en paz (y de ser posible con alegría) por lo que uno quiere.


Alejandro Laurenza

sábado, 25 de septiembre de 2010

Preguntas de un nieto cualquiera

Les dejo una especie de relato sobre temas que hoy se discuten en Argentina.

Preguntas de un nieto cualquiera


¿Por qué me dejaron vivo? ¿Por qué no me habrán desaparecido junto con mis padres? ¿Fueron piadosos, acaso? ¿Dijeron no, con los niños no, con esos pobres inocentes no? ¿Pero no eran mis padres también inocentes? ¿Militantes de un mundo mejor, pero inocentes? ¿Soñadores pero inocentes?

¿Y cuál es la guerra de la que hablan? ¿Toda la fuerza del Estado (del Estado usurpado) cayendo sobre chicos de veinte años o menos? ¿Sin abogado, sin juicio? ¿Se puede vestir de culpables a quienes no lo son? ¿Se los puede poner al otro lado (al otro lado de una guerra inventada) por animarse a no permanecer en silencio?

¿Por qué me dejaron vivo? ¿Fueron piadosos, acaso? ¿O será por eso, porque era un niño, y no podrían luego justificarse poniéndome al otro lado?


Alejandro Laurenza

sábado, 11 de septiembre de 2010

Juegos del amor

Hoy es el turno de un relato sencillo, de esos que a veces escribo.

Juegos del amor


Ella lo miró, y comenzó a soñarlo. Él la miró, y comenzó a soñarla. A través de un cristal consiguieron amarse: sin tocarse las manos, sin un beso siquiera. Y sus corazones sin saber que se anhelaban mutuamente.

El tiempo se disfrazó de hechizo, y los fue uniendo en los brazos de un cielo nacido por ellos y para ellos. Incontables lunas recorrieron su mundo.

Y cuando el laberinto dejó de ser laberinto, jugaron a inventarse. Se elevaron soberbios ante los ojos del otro, irrepetibles. Ella tuvo todo lo que él podía esperar de una mujer. Él se volvió el hombre que ella aguardaba desde niña.

Hasta que un día se encontraron: los ojos brillantes, las sonrisas tiernas, los sueños fundiéndose en uno solo. Hasta que un día se dijeron te quiero, hace tiempo que te quiero, hace tiempo que espero que me quieras.

Hasta que un día (ese mismo día) llegó el fin. El inmenso amor que había sabido unirlos, y que acababa de escapar de las reglas de lo imposible, era tan perfecto que sólo duró un segundo.

Bastó sentirse para darse cuenta de que ya no eran los mismos. O, pensándolo mejor, de que seguían siendo los mismos. Tanto se habían inventado que no lograban reconocerse.


Alejandro Laurenza

sábado, 4 de septiembre de 2010

Maldita Conciencia

Pasados diez años desde que mi primer poema hubiera hallado sitio en un cuaderno de apuntes poco literarios, alcanzó la luz Maldita Conciencia, mi tercer libro de poesía. Año 2007 acercándose a su fin. Crisis vocacional en puerta: como las otras, o la misma que las otras. Un nuevo libro, que era también una nueva búsqueda.

Al igual que con los anteriores (Silencios de un Mundo y Libertad y otras yerbas) recurrí al conocido camino de la edición de autor. Como de costumbre, no sabía hacia dónde iba. No esperaba nada, y lo esperaba todo.

Salí a las calles. Lo había hecho ya tantas veces, que no hubo necesidad de tirar de los hilos de la imaginación. Y encontré respuesta: más de lo que pensaba. Mi libro se vendía y me dejaba sorprendido al finalizar cada tarde. Quinientos ejemplares se agotaron en seis meses, y vino luego la segunda edición.

Quizá entusiasmo, o madurez literaria, o clima económico del país (con afluencia de turismo interno y externo), fueron los motivos. Quizá un poco de cada cosa, pero sin olvidar la perseverancia. Un día puede ser muy bueno, y otro no tanto. En la suma está la clave.

Maldita Conciencia. Su título es un concepto que aparece obstinadamente en la mayoría de los poemas que lo conforman. Un concepto que hube de descubrir más tarde, cuando esos poemas ya estaban escritos, y que intenté entonces resolver en la contratapa.

Maldita conciencia es abrir los ojos, abrir los ojos a pesar de todo, aunque duela, es abrir los ojos a pesar de uno mismo.

Maldita conciencia es, como dice Fito, “...dar media vuelta y ver qué pasa allá afuera...”.

Maldita conciencia es también seguir, saber el mundo y seguir, y no tirarse en una cama tomando al mundo como excusa.

domingo, 8 de agosto de 2010

La novela corregida

A casi ocho meses de haber puesto el punto final a mi primera novela, puedo decir que se encuentra corregida. Y cuando digo corregida quiero decir presentable, que nunca es lo mismo que acabada.

Quienes escribimos, sabemos de sobra que acabar nunca se acaba. Habrá siempre lugar para pequeños retoques, y hasta reescrituras cuando lo creamos necesario. Cada vez que le demos una nueva mirada a nuestro trabajo, no tendremos más remedio que modificarlo.

Por eso digo presentable. Después veremos.

Su título, El amor y la furia. Su posible clasificación (nunca fui bueno para estas cosas, y probablemente nunca lo sea), novela corta existencialista. Su texto de contratapa (al menos por ahora), el que dejo a continuación.

La vocación, el destino, el amor agazapado en cualquier esquina. El desconcierto de estar vivos, la ternura, la felicidad transparente y efímera. La razón socavada. El final. La furia.

En el asesinato inexplicado de un hombre se inicia esta historia. Y a partir de allí van surgiendo, como en un rompecabezas, las circunstancias que lo hicieron posible.

sábado, 17 de julio de 2010

París era una fiesta

Veamos qué dice Hemingway en su novela París era una fiesta.

Era una maravilla bajar los largos tramos de escaleras y tener conciencia de que el trabajo se me había dado bien. Cada día seguía trabajando hasta que una cosa tomaba forma, y siempre me interrumpía cuando veía claro que tenía que seguir. Así estaba seguro de continuar al día siguiente. Pero a veces, cuando empezaba un cuento, y no había modo de que arrancara, me sentaba ante la chimenea y apretaba una monda de mandarina y caían gotas en la llama y yo observaba el chisporroteo azulado. De pie, miraba los tejados de París y pensaba: “No te preocupes. Hasta ahora has escrito y seguirás escribiendo. Lo único que tienes que hacer es escribir una frase verídica. Escribe una frase tan verídica como sepas.” De modo que al cabo escribía una frase verídica, y a partir de allí seguía adelante. Entonces se me daba fácil porque siempre había una frase verídica que yo sabía o había observado o había oído decir. En cuanto me ponía a escribir como un estilista, o como uno que presenta o exhibe, resultaba que aquella labor de filacterio y de voluta sobraba, y era mejor cortar y poner la primera sencilla frase indicativa verídica que hubiera escrito. En aquel cuarto tomé la decisión de escribir un cuento sobre cada cosa que me fuera familiar. Tenía esa intención presente siempre que escribía, y me daba una disciplina buena y severa.

Ernest Hemingway
fragmento del libro “París era una fiesta”

sábado, 3 de julio de 2010

La novela según Camus

Mi forma de leer (supongo que como la de la mayoría) suele ser azarosa. Rara vez llego a una librería sabiendo lo que quiero comprar.

Todo el tiempo estoy buscando libros. Si camino por la calle, no puedo dejar de mirar los que se exhiben en un negocio, en un kiosco de diarios, o hasta en una mantita extendida sobre el suelo. Y en un momento dado, por motivos que no alcanzo a comprender, uno de ellos me pide que lo alce, y lo lleve conmigo. Entonces, obediente a la intuición, le hago caso sin mediar palabra.

Poco influyen las recomendaciones en mí. Sabiendo de antemano la subjetividad inevitable a la hora de leer, la diferencia abismal que existe en la apreciación de un libro entre una persona y otra (o de una canción, o de una película), me cuesta dejarme conducir, a ojos cerrados, en este laberinto interminable.

Aunque debo reconocer que la repetición en distintas voces sabe hacer efecto. Las posibles lecturas se guardan, a veces, en el fondo de la memoria, para volverse realidad un día.

Sin embargo, hay un tipo de recomendación que escapa a toda duda, que me obliga a serle fiel, y habitualmente me deja satisfecho. Se trata de la que nace en los escritores que admiro. ¿Cómo no buscar entre las obras que conmueven a quienes consiguen conmoverme a su vez? ¿Cómo no creer que algo válido encontraré en ellas?

Y en esa cadena que se va forjando, existe un eslabón primordial llamado Ernesto Sábato. Con él vinieron luego tantos eslabones, y tantos otros quedan aún por venir. Con él llegó un día Camus, el filósofo y novelista francés, nacido en Argelia, que no siempre alcanzo a comprender del todo (seamos sinceros), pero que más de una vez me deslumbra, y me deja con la boca abierta.

“No basta con vivir; es necesario un destino, y sin esperar a la muerte. Por lo tanto, es justo decir que el hombre tiene idea de un mundo mejor que éste. Pero mejor no quiere decir entonces diferente; quiere decir unificado. Esta fiebre que levanta al corazón por encima de un mundo disperso, del que, no obstante, no puede desprenderse, es la fiebre de la unidad. No va a parar a una evasión mediocre, sino a la reclamación más obstinada. Religión o crimen, todo esfuerzo humano obedece, finalmente, a ese deseo irrazonable y pretende dar a la vida la forma que no tiene. El mismo movimiento que puede llevar a la adoración del cielo o a la destrucción del hombre lleva también a la creación novelesca, que recibe entonces su seriedad.

¿Qué es, en efecto, la novela sino ese universo en que la acción encuentra su forma, se pronuncian las palabras finales, los seres se entregan a los seres y toda la vida toma el rostro del destino? (Aunque la novela no diga sino la nostalgia, la desesperación, la inconclusión, crea, no obstante, la forma y la salvación. Nombrar la desesperación es superarla. La literatura desesperada es una contradicción en los términos.). El mundo novelesco no es sino la corrección de este mundo. El sufrimiento, la mentira y el amor son los mismos. Los protagonistas hablan nuestro idioma y poseen nuestras debilidades y nuestras fuerzas. Pero ellos, por lo menos, corren hasta el final de su destino, y nunca hay protagonistas tan trastornadores como los que van hasta el extremo de su pasión.”

Albert Camus
fragmento de “Novela y Rebelión”
del libro “El hombre rebelde”

sábado, 12 de junio de 2010

El fútbol a sol y sombra

Como comenté hace tiempo, a pesar de vivir en un país futbolero, no tengo club de mis amores (carencia que asombra sobremanera a quien se le ocurriere preguntarme al respecto). Sin embargo, me vuelvo hincha cada vez que juega Argentina, y ni hablar si lo que se juega es un Mundial.

Habiéndose iniciado ya el de Sudáfrica 2010, quiero compartir algunos relatos del libro El fútbol a sol y sombra, de Eduardo Galeano. No sin intención, he buscado entre los que provienen de esta parte del mundo.

Como el título lo indica, podrán leer en sus páginas anécdotas de ternura, de coraje, de amor a la camiseta, pero también episodios oscuros que se generan alrededor del fútbol: negocios, poder, pérdida del juego por el juego mismo. En fin, el fútbol a sol y sombra, se los recomiendo.


El Fútbol Criollo

Fue un proceso imparable. Como el tango, el fútbol creció desde los suburbios... Lindo viaje había hecho el fútbol: había sido organizado en los colegios y universidades inglesas, y en América del Sur alegraba la vida de gente que nunca había pisado una escuela.

En las canchas de Buenos Aires y de Montevideo, nacía un estilo. Una manera propia de jugar al fútbol iba abriéndose paso, mientras una manera propia de bailar se afirmaba en los patios milongueros. Los bailarines dibujaban filigranas, floreándose en una sola baldosa, y los futbolistas inventaban su lenguaje en el minúsculo espacio donde la pelota no era pateada sino retenida y poseída, como si los pies fueran manos trenzando el cuero. Y en los pies de los primeros virtuosos criollos, nació el toque: la pelota tocada como si fuera guitarra, fuente de música.

Simultáneamente, el fútbol se tropicalizaba en Río de Janeiro y San Pablo. Eran los pobres quienes lo enriquecían, mientras lo expropiaban. Este deporte extranjero se hacia brasileño a medida que dejaba de ser el privilegio de unos pocos jóvenes acomodados, que lo jugaban copiando, y era fecundado por la energía creadora del pueblo que lo descubría. Y así nacía el fútbol más hermoso del mundo, hecho de quiebres de cintura, ondulaciones de cuerpo y vuelos de piernas que venían de la capoeira, danza guerrera de los esclavos negros, y de los bailongos alegres de los arrabales de las grandes ciudades.


Eduardo Galeano
del libro “El fútbol a sol y sombra”

Obdulio


Yo era chiquilín y futbolero, y como todos los uruguayos estaba prendido a la radio, escuchando la final de la Copa del Mundo. Cuando la voz de Carlos Solé me transmitió la triste noticia del gol brasileño, se me cayó el alma al piso. Entonces recurrí al más poderoso de mis amigos. Prometí a Dios una cantidad de sacrificios a cambió de que Él se apareciera en Maracaná y diera vuelta el partido.

Nunca conseguí recordar las muchas cosas que había prometido, y por eso nunca pude cumplirlas. Además, la victoria de Uruguay ante la mayor multitud jamás reunida en un partido de fútbol había sido sin duda un milagro, pero el milagro había sido más bien obra de un mortal de carne y hueso llamado Obdulio Varela.

Obdulio había enfriado el partido, cuando se nos venía encima la avalancha, y después se había echado el cuadro entero al hombro y a puro coraje había empujado contra viento y marea.

Al fin de aquella jornada, los periodistas acosaron al héroe. Y él no se golpeó el pecho proclamando que somos los mejores y no hay quien pueda con la garra charrúa:
- Fue casualidad -murmuró Obdulio, meneando la cabeza. Y cuando quisieron fotografiarlo, se puso de espaldas.

Pasó esa noche bebiendo cerveza, de bar en bar, abrazado a los vencidos, en los mostradores de Río de Janeiro.

Los brasileños lloraban. Nadie lo reconoció. Al día siguiente, huyó del gentío que lo esperaba en el aeropuerto de Montevideo, donde su nombre brillaba en un enorme letrero luminoso. En medio de la euforia, se escabulló disfrazado de Humphrey Bogart, con un sombrero metido hasta la nariz y un impermeable de solapas levantadas.

En recompensa por la hazaña, los dirigentes del fútbol uruguayo se otorgaron a sí mismos medallas de oro. A los jugadores les dieron medallas de plata y algún dinero. El premio que recibió Obdulio le alcanzó para comprar un Ford del año 31, que fue robado a la semana.


Eduardo Galeano
del libro “El fútbol a sol y sombra”

Pelé


Cien canciones lo nombran. A los diecisiete años fue campeón del mundo y rey del fútbol. No había cumplido veinte cuando el gobierno de Brasil lo declaró tesoro nacional y prohibió su exportación. Ganó tres campeonatos mundiales con la selección brasileña y dos con el club Santos. Después de su gol número mil, siguió sumando. Jugó más de mil trescientos partidos, en ochenta países, un partido tras otro a ritmo de paliza, y convirtió casi mil trescientos goles. Una vez, detuvo una guerra: Nigeria y Biafra hicieron una tregua para verlo jugar.

Verlo jugar, bien valía una tregua y mucho más. Cuando Pelé iba a la carrera, pasaba a través de los rivales, como un cuchillo. Cuando se detenía, los rivales se perdían en los laberintos que sus piernas dibujaban. Cuando saltaba, subía en el aire como si el aire fuera una escalera. Cuando ejecutaba un tiro libre, los rivales que formaban la barrera querían ponerse al revés, de cara a la meta, para no perderse el golazo.

Había nacido en casa pobre, en un pueblito remoto, y llegó a las cumbres del poder y la fortuna, donde los negros tienen prohibida la entrada. Fuera de las canchas, nunca regaló un minuto de su tiempo y jamás una moneda se le cayó del bolsillo. Pero quienes tuvimos la suerte de verlo jugar, hemos recibido ofrendas de rara belleza: momentos esos tan dignos de inmortalidad que nos permiten creer que la inmortalidad existe.


Eduardo Galeano
del libro “El fútbol a sol y sombra”
Gol de Maradona


Fue en 1973. Se medían los equipos infantiles de Argentinos Juniors y River Plate, en Buenos Aires.

El número 10 de Argentinos recibió la pelota de su arquero, esquivó al delantero centro de River y emprendió la carrera. Varios jugadores le salieron al encuentro: a uno se la pasó por el jopo, a otro entre las piernas y al otro lo engañó de taquito. Después, sin detenerse, dejó paralíticos a los zagueros y al arquero tumbado en el suelo, y se metió caminando con la pelota en la valla rival. En la cancha habían quedado siete niños fritos y cuatro que no podían cerrar la boca.

Aquel equipo de chiquilines, los Cebollitas, llevaba cien partidos invicto y había llamado la atención de los periodistas. Uno de los jugadores, El Veneno, que tenía trece años, declaró:
- Nosotros jugamos por divertirnos. Nunca vamos a jugar por plata. Cuando entra la plata, todos se matan por ser estrellas, y entonces vienen la envidia y el egoísmo.

Habló abrazado al jugador más querido de todos, que también era el más alegre y el más bajito: Diego Armando Maradona, que tenía doce años y acababa de meter ese gol increíble.

Maradona tenía la costumbre de sacar la lengua cuando estaba en pleno envión. Todos sus goles habían sido hechos con la lengua fuera. De noche dormía abrazado a la pelota y de día hacía prodigios con ella. Vivía en una casa pobre de un barrio pobre y quería ser técnico industrial.


Eduardo Galeano
del libro “El fútbol a sol y sombra”

sábado, 5 de junio de 2010

Libertad y otras yerbas

Si Silencios de un Mundo me ayudó a asumirme como persona que escribe, Libertad y otras yerbas, mi segundo libro de poesía, me acercó un poquito más a mi afirmación de poeta; que tiempo más tarde me permitiría llamarme escritor, logrando salvar la incomodidad de la palabra.

Diferentes temáticas recorren este libro, tales como el amor, el sentido o no de la existencia, la búsqueda de lo que soy, y, por supuesto, la libertad (su título no podía en ser en vano). En fin, las mismas que seguiré abordando mientras escriba, aunque desde otros ángulos, y con otras concepciones de la vida.

Sin ir más lejos, veía entonces la libertad como un anhelo, como algo que podía ser logrado, en tanto que hoy la presupongo existente en todas las personas. Siendo, así, cada uno responsable de lo que hace o no con ella.

El dibujo de tapa, que tan bien simboliza la esencia del libro, se lo debo a mi amigo Liman; aunque ni él, ni yo, ni nadie pueda decir exactamente por qué el niño lleva un crucifijo en el pecho.

Comparto ahora el texto de contratapa.

La libertad es algo así como una meta que está presente en la vida de todas las personas. No existe una que no se entregue desesperadamente a su búsqueda. Todo lo que hacemos (estudiar, trabajar, ganar dinero, enamorarnos, deshacernos de lo conseguido, volver a empezar) tiene como único objetivo alimentar la inextinguible llama.

Muchas veces me pregunto, ¿de dónde viene este maravilloso, y al mismo tiempo infernal, deseo de libertad? ¿Por qué se multiplica a lo largo de todos los corazones, cuando lo más probable es que ni siquiera sepan lo que es? ¿Se puede amar a quien no se conoce? Pero, trágicamente, mis cuestionamientos viven en un mundo que prefiere callar; y, quizás, sea mejor así: la verdad puede volverse insoportable.

Sin embargo, esta carencia de respuestas no consigue apartarme de mi camino: ¡la libertad me espera!

sábado, 22 de mayo de 2010

Yo me bajo en Atocha

Conocí a Joaquín Sabina de la mano de Fito Páez, luego de que hicieran juntos el disco Enemigos íntimos. Admiraba profundamente a Fito en aquella época, y esa breve unión (tan breve que no llegaría siquiera a la gira promocional del disco) me permitió ingresar en el mundo de Joaquín, en su poesía.

Fue una especie de mazazo que me obligaría a descubrir una tras otra sus canciones, saltando del presente al pasado, y otra vez al presente, de manera desordenada, caótica, producto de la intuición y del azar. Sólo con Charly García había experimentado, años antes, un trance parecido.

Me quedé prendado, así, de canciones como Más de cien mentiras, A la orilla de la chimenea, Tan joven y tan viejo, Peor para el sol, y tantas otras, que aún hoy consiguen sorprenderme y emocionarme. Pero el inicio, la razón de aquella búsqueda desenfrenada en la obra del cantautor español, debo atribuirlo a un tema de ese primer disco al que tuve acceso: Yo me bajo en Atocha.

Yo me bajo en Atocha está impregnada de una tristeza tan profunda y palpable, de tal desencanto, y a la vez de un amor tan incondicional (como todos los amores) por la ciudad de Madrid, que no me dejó más remedio que enamorarme también de ella, aunque no supiera mucho más que su nombre y ubicación geográfica.

Una década más tarde, recorrería sus calles junto a mi mujer, guiados por mapas y referencias turísticas, y al mismo tiempo por esa persistente melodía, que daba vueltas en mi cabeza, y repetía obstinadamente: “la primavera sabe que la espero en Madrid”.

Yo me bajo en Atocha (descargar mp3)

Con su boina calada, con sus guantes de seda,
su sirena varada, sus fiestas de guardar,
su vuelva usted mañana, su sálvese quien pueda,
su partidita de mus, su fulanita de tal.

Con su todo es ahora, con su nada es eterno,
con su rap y su chotis, con su okupa y su skin,
aunque muera el verano y tenga prisa el invierno
la primavera sabe que la espero en Madrid.

Con su otoño Velazquez, con su Torre Picasso,
su santo y su torero, su Atleti, su Borbón,
sus gordas de Botero, sus hoteles de paso,
Su taleguito de hash, sus abuelitos al sol.

Con su hoguera de nieve, su verbena y su duelo,
su dieciocho de julio, su catorce de abril.
A mitad de camino entre el infierno y el cielo...
yo me bajo en Atocha, yo me quedo en Madrid.

Aunque la noche delire como un pájaro en llamas,
aunque no dé a la gloria la Puerta de Alcalá,
aunque la maja desnuda cobre quince y la cama,
aunque la maja vestida no se deje besar.

Pasarela Cibeles, cárcel de Yeserías,
Puente de los Franceses, tascas de Chamberi,
ya no sueña aquel niño que soñó que escribía,
Corazón de María, no me dejes así...

Corte de los Milagros, Virgen de la Almudena,
chabolas de uralita, Palacio de Cristal,
con su "no pasarán" con sus "vivan las caenas",
su cementerio civil, su banda municipal.

He llorado en Venecia,
me he perdido en Manhattan,
he crecido en La Habana, he sido un paria en Paris,
México me atormenta, Buenos Aires me mata,
pero siempre hay un tren
que desemboca en Madrid.

Pero siempre hay un niño que envejece en Madrid,
pero siempre hay un coche que derrapa en Madrid,
pero siempre hay un fuego
que se enciende en Madrid,
pero siempre hay un barco que naufraga en Madrid,
pero siempre hay un sueño
que despierta en Madrid,
pero siempre hay un vuelo de regreso a Madrid.


Joaquín Sabina
del disco “Enemigos íntimos”

lunes, 17 de mayo de 2010

Vender en invierno

Varias veces conté que suelo vender mis libros en plazas y parques de Buenos Aires. Claro que también lo hago a través de kioscos de diarios y revistas, pero mi fuerte, hoy por hoy, siguen siendo las calles.

Además de que me va muy bien (la gente me recibe mejor de lo que se podría pensar a priori, y hasta me compra), siento que así hago lo que me gusta. Imaginen llevar sus propios libros en un bolsito, en el atardecer de un parque, hasta los posibles lectores, mientras ellos les convidan un mate o un vaso de gaseosa, para luego comentarles las primeras impresiones de las páginas leídas. Eso sin contar que a veces las caras, los gestos, una sonrisa de aprobación o un ceño fruncido, hablan mucho más que las palabras mismas.

Sin embargo, como también he dicho en otras entradas, este ejercicio dura lo que la calidez de la primavera y del verano. Luego poco puedo hacer (al menos hasta ahora). Cuando las temperaturas comienzan a bajar, la gente ya no se vuelca masivamente a las plazas. Sólo algunas personas se dejan ver, desperdigadas por ahí, pero no las suficientes para que los libros se vendan.

Y aquí es donde viene lo nuevo, o donde espero que venga, porque les pido a ustedes que me ayuden a encontrarlo. Si estuvieran en mi lugar, ¿cómo venderían sus libros en invierno? Y si estuvieran del otro lado, si fueran lectores potenciales, ¿dónde estarían más dispuestos a aceptar que un muchacho iluso y desvalido se acerque con sus libros bajo el brazo?

Todas las ideas son importantes, todas serán bienvenidas. Algunas podrán aplicarse directamente, mientras que otras servirán, tal vez, como divinas disparadoras de ideas nuevas.

sábado, 1 de mayo de 2010

Tras la crisis

Lo que viene ahora habla de crisis. No global, ni económica, ni política. Habla de crisis personal. Una crisis más palpable y devastadora, que, una vez instalada, admite sólo dos alternativas: esconder la cabeza como un topo, o elevarla definitivamente.

Tras la crisis


Otra vez me ilumino,
cicatriza veloz la desgarrada piel;
me hice nuevo,
un poco más fuerte ahora.

Superé la noche densa,
la obstinada angustia,
me reí en la cara
de mi engreída desesperación,
trabajé en las sombras,
limpié de llagas mi cuerpo,
y salí
a ver de frente la vida,
a saberme hombre
con todas las idas que ello implica,
y también las vueltas.

A pico y pala derrumbé los miedos,
sepulté prejuicios,
avancé en terrenos pantanosos,
me inundé de barro,
y llegué
al umbral de un camino inexplorado,
donde todo está por descubrirse;
y me siento inmenso,
me siento frágil,
me siento fiel
a mi propia conciencia.


Alejandro Laurenza
del libro Maldita Conciencia

sábado, 17 de abril de 2010

Dispositivo Book

Hoy quiero compartir un video del revolucionario Dispositivo Book. Me llegó a través de Raúl Astorga de Vivo en Rosario, y es imperdible. ¡Espero que lo disfruten!

sábado, 10 de abril de 2010

Tristeza

No habrá preámbulos esta vez.

Tristeza

En el reposo de la noche,
en el descanso,
en un libro cualquiera
o en cuaderno como este,
en un lápiz,
en el pesado sillón de algarrobo,
en el silencio,
en el ronroneo suave de mi gata,
en sus uñas abiertas,
en el perfume de un licor antiguo,
en el otoño,
en el calor que desciende y me recorre,
en el vacío,
en su pelo mullido
hundido entre los dedos,
en un libro,
en las uñas abiertas
jugando con mi ropa,
en mi gata.

En un cuaderno cualquiera,
en un lápiz,
en el sillón pesado de algarrobo,
en los dedos suaves,
en el silencio de la noche
hurgando entre mis horas,
en mi gata,
en el recuerdo de mi gata
que ya no está.

Alejandro Laurenza

domingo, 4 de abril de 2010

El diario de Toba (en suspenso)

Como ustedes saben, hace unos meses vio la luz El diario de Toba, ese mismo en el que un perro hablador intenta retratar el mundo en el que vive, con voz de niño gracioso e irreverente.

Más allá de la alegría inicial por el logro que significa que una editorial publique a un autor desconocido, hoy estoy nuevamente a la espera.

Luego de agotar yo mismo en las calles la primera tirada de pocos ejemplares (casi una prueba piloto podríamos decir), y de quedarme con algunos para quien me los pudiera pedir expresamente, vuelvo a la vieja incertidumbre. Ahora con la ansiedad más aplacada, es verdad, pero no por eso dormida: permanece allí, acechante, dispuesta a saltarme encima en cualquier momento.

Según la propia editorial, la idea es preparar un proyecto (entiendo que a lo largo de este año), pensando en una tirada mayor y en la distribución pertinente. Asuntos en los que no puedo participar, ni influir.

Así las cosas, tendré que seguir teniendo paciencia, y poner mientras tanto las energías en otros sitios. ¿En cuáles? Ya veremos. Si de algo estoy seguro, es de que lo que venga será también aprendizaje…

domingo, 28 de marzo de 2010

Estás a mi lado

Esto de hacer literatura (o al menos intentarlo), y luchar para en un futuro ganarse el pan con ella, no es tarea fácil. Requiere ante todo escribir, por supuesto, y leer mucho, pero el desafío está en otro lado, está en no bajar los brazos, aún sabiendo que nuestra ilusión sea probablemente un disparate.

Hay días en que sentimos que todo es posible, que sólo basta con proponérselo, que si trabajamos duro, sucederá. Sin embargo, hay también otros días: diferentes, densos, cubiertos de nubes grises que nos asfixian, y en los que es mejor no pensar, ni mucho menos tomar decisiones.

Y así como los días van y vienen, también va y viene el respeto por lo que escribimos: unas veces un poema, o un relato, o una página en la novela que nos mantiene cautivos, nos resulta fascinante, y otras veces nos parece que no tiene remedio, que mejor tirarlo y dedicarse a otra cosa. Pero, claro, no será lo uno ni lo otro.

Se trata de mantenerse un poco en el cielo y un poco en la tierra, sin volar ni arrastrarse demasiado, pegando saltitos, quizá, que nos llenen de aire fresco, y nos hagan sentir vivos. Y si, entre saltito y saltito, contamos con una mano que nos apoye y nos ayude, generosa, a tomar impulso, mucho mejor.

A esa mano le dedico el poema que sigue.


Estás a mi lado

Estás a mi lado mientras busco,
mientras ando a tientas,
mientras creo vislumbrar
mi espacio en este mundo,
estás a mi lado
cuando sigo y persigo
un sueño inalcanzable,
y me detengo a veces
sin saber qué hacer,
y siento que todo es en vano,
y que quizá
sea mejor renunciar
para continuar transitando
las calles de siempre;
pero te miro
y estás a mi lado
dándome fuerzas,
y me doy cuenta de que nada es vano
aunque parezca absurdo,
de que debo luchar
aunque suene a fracaso,
porque sólo será fracaso
si no lo intento,
si me paralizo,
si me quedo quieto en esta vida;
entonces me levanto,
me sacudo el polvo,
comienzo nuevamente
y te digo gracias
por estar a mi lado.

Alejandro Laurenza

sábado, 20 de marzo de 2010

Filosofía barata

“Él ómnibus se ha ido, el amor se ha vencido, quise quedarme pero me fui. Filosofía barata y zapatos de goma, quizás es todo lo que te di”, dice Charly García. Aunque sospecho que algo más le habrá dado, y que si al final sólo quedó esa sensación amarga, habrá sido responsabilidad del tiempo, que desgasta y rompe, silencioso, sin prisa, sin pausa.

Pero no siempre desgasta y rompe. A veces también da segundas oportunidades, y terceras, y todas las que estemos dispuestos a tomar. Y nos permite salir de una clínica en la que estábamos desahuciados, más muertos que vivos, y volver a tocar un día ante miles de personas, que nos dicen: aguante, aguante Charly.

Así fue ayer en el Luna Park, en un concierto más íntimo que el de Vélez, sin esa lluvia que quedará ya en el recuerdo de todos nosotros, pero con el sabor de la cercanía, de la complicidad, y con el deseo de que la noche nunca termine. Artistas y público así lo entendieron, y así lo vivieron durante casi tres horas.

Tocar, tocó de todo. Desde Demoliendo Hoteles, con el que abrió, Cerca de la Revolución, y Fanky, hasta El amor espera, Promesas sobre el bidet, Pasajera en trance, No soy un extraño, y la hermosa Filosofía barata y zapatos de goma, que a más de uno nos hace poner la piel de gallina. Se dio también una vuelta por Serú Girán, y por Sui Generis, y siguió tocando hasta la una de la madrugada, incansable, porque no se trataba de cumplir, sino de ser feliz esa noche.

Si esto no es aguante, el aguante dónde está, se escuchaba a veces de fondo, casi como un abrazo del público, cuando la música callaba por un momento.

Y en el aguante estuvieron también Fito Páez, Pedro Aznar y Juanse, además de los habituales Hilda Lizarazu, el negro García López, y los chilenos que vienen acompañándolo desde hace rato.

La música es mi medicina, aseguró Charly, antes de presentar tema nuevo. Y, vistos los resultados, parece que deberemos creerle.



Filososofía barata y zapatos de goma (descargar mp3)


Conozco a un empleado
que fue muerto de pena
enamorado de las sirenas.
El cine de mi barrio
ya me mostró la escena
no vi tu alma y
quería tus venas.
Y en este torbellino
donde nada importa
me sentí aliado y te perdí
pero si vi tus ojos
y hasta comí la arena
quise quedarme pero me fui.

Filosofía barata
y zapatos de goma
ni ésta mentira te hace feliz
quise quedarme cuando
morí de pena
quise quedarme pero me fui.
Y en la terminal...
y en la terminal
estoy descalzo
y te espero a ti.
El ómnibus se ha ido
el amor se ha vencido
quise quedarme
pero me fui.
Filosofía barata
y zapatos de goma
quizás es todo lo que te di.


Charly García
del disco “Filosofía barata y zapatos de goma”

sábado, 13 de marzo de 2010

Porque soy un soñador

En esta entrada compartiré un regalo que me hizo Marivi, con quien estamos en contacto desde hace unos cuantos años, desde antes incluso de que inaugurara mi primera (y ya antigua) página web.

Marivi vive en España, en el País Vasco, y es aficionada a las presentaciones en Power Point, en las que combina poesía, imagen y sonido de una forma muy bella. Y esta vez tuve el honor de que lo hiciera con uno de mis poemas: Porque soy un soñador.

Les dejo el link para que puedan descargarlo (haciendo click aquí), y también el texto a continuación.


Porque soy un soñador


Porque soy un soñador esta tristeza,
porque vivo de ilusiones, desaliento,
porque siento en cada luna que la vida
cuando pasa indiferente va a su entierro.

Porque amo, y si no amo lo que hago,
y me tiro boca arriba en mi silencio,
y me duermo con los puños apretados,
soy culpable, y no vale el pataleo.

Porque llevo en esta sangre mi condena,
mi derrota, mi suplicio, mi escarmiento,
porque lucho como crío que no sabe,
que no aprende, que no calla en su momento.

Porque elijo ser poeta aunque delire,
aunque cante unos versos lastimeros,
¡porque soy un soñador esta esperanza
que no guarda tanto alegre que recuerdo!


Alejandro Laurenza

miércoles, 3 de marzo de 2010

Turismo en Argentina

Quiero contarles que acabo de inaugurar un nuevo blog: Turismo en Argentina. ¡Los invito a visitarlo!

Dejo ahora el texto de presentación.

Turismo en Argentina


En este espacio intentaré conjugar dos grandes pasiones: escribir y viajar. Traeré a mi memoria los rincones de Argentina que hemos ido visitando, y volcaré aquí las experiencias vividas en cada uno de ellos. ¿Me acompañan en la aventura?

sábado, 27 de febrero de 2010

El legado. La hija de Hitler.


Ya se puede conseguir en Argentina El Legado. La hija de Hitler. de Blanca Miosi. Una novela donde la historia se nos abre, rigurosa por momentos y ficcionada por otros, transportándonos a los días de un Hitler aún en construcción, para recorrer luego los imaginarios caminos de una posible descendencia.

Desde muy temprano, el ocultista Erik Hanussen predice misteriosamente el destino del Führer, e influye en él como ningún otro hombre pudo hacerlo, aunque luego debiera arrepentirse.

Historia, intrigas, magia (aceptada abiertamente como elemento de poder), configuran este libro. La novela promete y cumple.

Si desean leer el primer capítulo, podrán encontrarlo en la página web de la editorial Viceversa.

sábado, 20 de febrero de 2010

Isla Negra

En la primera entrada de este blog, conté que llegué a la poesía a través de Pablo Neruda, a quien sigo leyendo (a pesar de ya no ser el niño que era), con la misma imprevisión de aquellos días.

Como sabemos, Neruda anduvo por muchos sitios. Como diplomático de Chile, su país natal, tuvo la oportunidad de conocer el mundo, y por supuesto de vivir en él. Más tarde el exilio lo llevaría nuevamente a tomar múltiples residencias fuera de su país.

Así y todo, quedaron en Chile tres casas que lo representan, y que en la actualidad funcionan como museos: La Chascona en Santiago, La Sebastiana en Valparaíso, e Isla Negra en la localidad del mismo nombre. Todas ellas tienen mucho del poeta, dado que participó activamente en su construcción, aunque la de Valparaíso la haya comprado a medio hacer.

Por motivos no literarios, la vida me llevó hace unos meses hasta Santiago de Chile, y, claro, no me lo podía perder. Anduve por Isla Negra, ese paraíso frente al océano pacífico, donde tantas veces Neruda habrá tomado la pluma, sentado en su escritorio con vista al mar, para escribir quién sabe cuántos poemas.

Una curiosidad. En su habitación, con ventanas al este y al oeste, la cama estaba orientada para que el sol ingresara por la cabecera al amanecer, y se fuera despidiendo, con sus colores anaranjados, por los pies durante la tarde, hasta sumergirse por completo en las aguas del mar.

Otro dato curioso. Neruda decía ser un marinero de tierra, porque, a pesar de su amor por el océano, era incapaz de navegar sin que el ir y venir de las olas lo mareara. Fue por eso que mandó construir e instalar un bote a un lado de su casa, un bote que nunca supo de remos ni de sal, desde donde luego burlaría tantas veces las propias limitaciones.

En fin, estas cosas nos recuerdan que la poesía no es sólo un poema, sino una forma de vivir. Dejemos ahora que el poeta siga hablando.


La noche en la isla


Toda la noche he dormido contigo
junto al mar, en la isla.
Salvaje y dulce eras entre el placer y el sueño,
entre el fuego y el agua.

Tal vez muy tarde
nuestros sueños se unieron
en lo alto o en el fondo,
arriba como ramas que un mismo viento mueve,
abajo como rojas raíces que se tocan.

Tal vez tu sueño
se separó del mío
y por el mar oscuro
me buscaba
como antes
cuando aún no existías,
cuando sin divisarte
navegué por tu lado,
y tus ojos buscaban
lo que ahora
—pan, vino, amor y cólera—
te doy a manos llenas
porque tú eres la copa
que esperaba los dones de mi vida.

He dormido contigo
toda la noche mientras
la oscura tierra gira
con vivos y con muertos,
y al despertar de pronto
en medio de la sombra
mi brazo rodeaba tu cintura.
Ni la noche, ni el sueño
pudieron separarnos.

He dormido contigo
y al despertar tu boca
salida de tu sueño
me dio el sabor de tierra,
de agua marina, de algas,
del fondo de tu vida,
y recibí tu beso
mojado por la aurora
como si me llegara
del mar que nos rodea.


Pablo Neruda
del libro “Los versos del capitán”

viernes, 5 de febrero de 2010

Entrevista en Rosario

En el mes de diciembre último, me entrevistaron en el programa de radio rosarino Quién levanta el muerto. Se trata de un programa cultural que pueden escucharlo en vivo todos los viernes de 21 a 22 hs, a través de http://www.radiogranrosario.com.ar/. Además encontrarán luego las entrevistas realizadas, en el blog Voces QLM.

Debo decir que hablar en público me pone muy nervioso, así que les pido que tengan paciencia. Pero si de todas maneras se animan, pueden acceder a la entrevista haciendo click aquí.

Quiero agradecer al escritor Raúl Astorga, con quien nos conocimos una tarde en la plaza San Martín, en Buenos Aires, mientras yo andaba con mis libros bajo el brazo, ofreciéndolos persona a persona, y con el que hoy mantenemos una amistad a la distancia; a Ale Guarino, autor del imperdible blog teesperojuana, donde suele publicar poemas y pequeños relatos poéticos (les recomiendo en especial que lean El viento); y a todo el equipo de Quién levanta el muerto.

sábado, 30 de enero de 2010

La Paz

Compartiré esta vez una reflexión que titulé La Paz. Pero antes, a modo de introducción o para ponerlos en clima, quiero contarles que soy bastante independiente, a riesgo de caer a veces en el aislamiento social. Cosa que intento revertir a conciencia cuando entiendo que he llegado demasiado lejos.

No tengo religión (ni creo en ellas, aunque respeto a quienes sí las tienen), ni partido político, ni club de mis amores (sólo cuando juega Argentina me compenetro en esa metáfora de la guerra, como dice Galeano, y hasta ahí llego). Creo en dios (con minúscula para sentirlo más cerca), pero me veo totalmente incapaz de convencer a nadie para que crea o deje de creer en él (también con minúscula). Creo además en el amor, territorio en el que piso más firme, con menos precauciones, y el único que predico en los pocos ataques evangelizadores que me sorprenden de vez en cuando.

Ahora sí. La Paz.


La Paz


Mientras el hombre se sienta dueño del hombre, y no cesen las esclavitudes directas o económicas; mientras a unos les sobre el dinero y a otros el hambre; mientras la tierra sólo sirva para maximizar los beneficios de quien la posee, y no sea buena para tirarse un rato boca arriba, con una ramita entre los dientes, a mirar el cielo.

Mientras el nombre del creador siga siendo utilizado en vano, y se lo alce como instrumento dignificador de la propia verdad, y como argumento suficiente para descalificar la verdad del prójimo, con el prójimo incluido; mientras algunos sueñen con ese único credo instalado en todos los corazones, y se olviden de que cada corazón es único, y de que la fe se siente o no se siente, pero nunca se impone o se demuestra.

Mientras el color de la piel, la estatura, la forma de los ojos, y demás frivolidades, continúen separando las aguas, y las aguas se dejen separar; mientras una mano se apoye en la otra para estar un poquito más alto, en lugar de trabajar junto a ella para construir un mundo mejor; en fin, mientras la historia se repita, no habrá sitio para una paz verdadera. A lo sumo podrá existir, como otras veces, un pobre equilibrio entre oprimidos y opresores, siempre dispuesto a desequilibrarse, pero nunca esa: La Paz.


Alejandro Laurenza

sábado, 16 de enero de 2010

El diario de Toba (¡publicado!)


Esta vez escribo sobre El diario de Toba para contarles que ya está publicado y lo tengo en mis manos. Esperar tuvo su recompensa.

La publicación es de Editorial Croquis, y, como había adelantado hace casi dos meses, se trata de un libro infantil, donde un perro llamado Toba cuenta pequeñas historias cotidianas, que se van entrelazando para intentar mostrar el mundo en el que vive.

Toba y yo estamos muy contentos de que Croquis haya elegido su libro, ¡y esperamos que se venda mucho!

Dejo ahora para que lean la contratapa.



“Yo soy un perro, un perro de raza grande, dice papá, pero se ríe cuando lo dice. Para mí que algo esconde.”

Toba es un perro como cualquiera, que anda, corre, juega y se relaciona con sus dueños (papá y mamá) y con los cinco gatos que viven en su casa (sus hermanitos). Esas relaciones no siempre son fáciles, sobre todo para alguien como él, que solía detestar a los gatos y a todo animal que se cruzara en su camino. El tiempo le enseñó a quererlos; y la correa cortita también.

Toba podría ser un perro como cualquiera, pero hay algo que lo distingue. Toba tiene un diario donde escribe, donde cuenta, donde se muestra como es (o como él piensa que es).

domingo, 10 de enero de 2010

No explicarum

Suelo pensar que el poema, al igual que la letra de una canción, más fuerza tiene cuanto más se identifica con él quien lo lee o escucha, cuanto más lo siente como si fuera su verdadero autor. Y es por eso que en su explicación, ese poema (o esa canción) deja de serle propio, le es arrebatado, y toda su fuerza se desvanece.

No explicarum


Si te cuento lo que escribo,
si te hablo
de lo que sentí o siento cuando escribo,
si lo lleno de palabras,
de esas mismas palabras
que quité o quito porque sobran,
en fin,
si te cuento lo que escribo,
¿para qué leerme,
por qué, por cuál motivo,
si te cuento lo que escribo?

Si te cuento lo que escribo
mi voz se apaga, se derrumba,
se extravía,
ya no dice lo que digo.

Si te cuento lo que escribo
algo más grave y más profundo
sobreviene en mi descuido:
mi poema no es el tuyo
si te cuento lo que escribo.


Alejandro Laurenza
del libro Maldita Conciencia

sábado, 2 de enero de 2010

Por los Chicos

Apoyándome en un poema de Mario Benedetti, quiero comenzar este año 2010 hablando de los chicos. Repetidas veces escuchamos o decimos que los chicos son el futuro, y que lo más importante es la educación. ¿Pero lo creemos realmente así?

A diario vemos en trenes y subtes de Buenos Aires una legión de niños pobres pidiendo una moneda para comer. Y uno se pregunta ¿es para comer? ¿Qué hacen los padres que sabemos los dirigen, silenciosos o no tanto, desde el primer vagón? ¿Ayudo con una moneda o fomento así la mala educación: el no orgullo por el estudio y el trabajo? ¿Esos niños serán luego padres dirigiendo a los suyos desde el primer vagón?

Entonces uno dice ¿qué hago? Y por lo general termina por no hacer nada, absorbido por la vorágine de los días que van de un sitio a otro, y no nos dejan (¿no nos dejan?) demasiado tiempo para pensar.

Sin embargo, por fortuna o por azar, se encuentran a veces pequeñas formas de colaborar, y de ser un poco más consecuente con lo que uno piensa. Aparecen así asociaciones sin fines de lucro, como Por lo Chicos, que nos invitan a hacerlo, inspirándonos confianza, y reuniendo y dirigiendo esfuerzos, que creemos no se perderán en el camino.

Por los Chicos busca hacer frente al hambre que sufren los niños (y ya sabemos que un niño con hambre, no podrá pensar ni mucho menos ser educado), brindando apoyo no de manera directa, sino a través de comedores infantiles de nuestro país, Argentina. Para eso implementa un sistema ya utilizado en otras partes del mundo, donde podemos ayudar muy fácilmente, y sin que nos cueste nada, haciendo click aquí.

¿Pero cómo ayudamos sin que nos cueste nada? Es sencillo. Cuando entramos a su página vemos la publicidad de los auspiciantes, y son ellos quienes donarán la comida que luego Por los Chicos se encargará de distribuir. Si queremos que esto suceda a diario, o mejor dicho cada día que entremos a Internet, basta con que configuremos su sitio como página de inicio de nuestro navegador.

Como vimos es fácil, y cualquiera de nosotros puede hacerlo, sin importar dónde nos encontremos.

Volvamos ahora sí a Mario Benedetti con su poema Desganas.

Desganas


Si cuarenta mil niños sucumben diariamente
en el purgatorio del hambre y de la sed
si la tortura de los pobres cuerpos
envilece una a una a las almas
y si el poder se ufana de sus cuarentenas
o si los pobres de solemnidad
son cada vez menos solemnes y más pobres
ya es bastante grave
que un solo hombre
o una sola mujer
contemplen distraídos el horizonte neutro

pero en cambio es atroz
sencillamente atroz
si es la humanidad
la que se encoge de hombros


Mario Benedetti
del libro “El olvido está lleno de memoria”