Y así lo hizo. Un día empezó a escribir como quien no quiere la cosa, sin decir nada. Lo veías escondido en un rincón, libreta en pata y lápiz en otra, rumiando su versión de los hechos.
Y tanto escribió que terminó por completar un libro: “El diario de Fuz”. Los dibujos para pintar son de Lucila Cardozo, como siempre, y el auspicio, de la Oficina Municipal de Letras de Tres de Febrero.
Habrá que leerlo para saber qué dice.
“Fuimos nosotros los que le hicimos un lugarcito en la casa nueva, cuando lo vimos asomarse, con cara de pobre perro, por la pared del vecino.”
Fuz decide tomar la pluma para contar la historia de la familia. No sin orgullo, habla de las cosas que le parecen justas y también de las que no.