domingo, 26 de agosto de 2012

Amado Nervo

Tengo ganas hoy de compartir algunos poemas del escritor mexicano Amado Nervo (1870-1919).

Primera página

Me clavó con sus flechas el Arquero divino.
¡Me clavó con sus flechas! No pudieron con él
ni mis lustros, doctores de tres borlas, ni el tino
del sagaz timonel.

Me clavó con sus flechas el Arquero divino,
y aquí traigo, lectora (trovador vespertino),
mis estrofas de amores, ¡con su amargo y su miel!


Sed…

Cada día que pasa sin lograr que me quiera
es un día perdido…

¡Oh, señor, no permitas, por piedad, que me muera
sin que me haya querido!

¡Porque entonces mi espíritu, con su sed no saciada,
con su anhelo voraz,
errará dando tumbos por la noche estrellada,
como pájaro loco, sin alivio ni paz!


A México

¡Ay, infeliz México mío!
Mientras con raro desvarío
vas de una en otra convulsión
del lado opuesto de tu río
te está mirando, hostil y frío,
el ojo claro del sajón.

¡Cese tu lucha fraticida!
¡Da tregua al ímpetu suicida!
¿Surges apenas a la vida
y loco quieres ya morir?

¡Torna a la digna paz distante
que ennobleció tu ayer radiante,
y abre un camino de diamante
en el obscuro porvenir!


Amado Nervo
del libro “El Arquero divino”

domingo, 19 de agosto de 2012

Las fuerzas morales

En el libro “Las fuerzas morales”, José Ingenieros (1877-1925), quien nació en Italia y emigró a la Argentina durante su niñez, hace un extenso elogio de la juventud en detrimento de la vejez, estableciendo que ni una ni otra están dadas por la edad, sino por el modo de afrontar la vida.

Compartiré debajo algunos pasajes.

3. -La juventud es levadura moral de los pueblos. Cada generación anuncia una aurora nueva, la arranca de la sombra, la enciende en su anhelar inquieto. Si mira alto y lejos, es fuerza creadora. Aunque no alcance a cosechar los frutos de su siembra, tiene segura recompensa en la sanción de la posteridad. La antorcha lucífera no se apaga nunca, cambia de manos. Cada generación abre las alas donde las ha cerrado la anterior, para volar más lejos, siempre más. Cuando una generación las cierra en el presente, no es juventud: sufre de senilidad precoz. Cuando vuela hacia el pasado, está agonizando; peor, ha nacido muerta.

Los hombres que no han tenido juventud piensan en el pasado y viven en el presente, persiguiendo las satisfacciones inmediatas que son el premio de la domesticidad. Débiles por pereza o miedosos por ignorancia, medran con paciencia pero sin alegría. Tristes, resignados, escépticos, acatan como una fatalidad el mal que los rodea, aprovechándolo si pueden. De seres sin ideales ninguna grandeza esperan los pueblos.

La juventud aduna el entusiasmo por el estudio y la energía para la acción, que se funden en el gozo de vivir. El joven que piensa y trabaja es optimista; acerca su corazón a la vez que eleva su entendimiento. No conoce el odio ni le atormenta la envidia. Cosecha las flores de su jardín y admira las del ajeno. Se siente dichoso entre la dicha de los demás. Ríe, canta y juega, ama, sabiendo que el hado es siembre propicio a quien confía en sus propias virtudes generadoras.



8. -La inercia frente a la vida es cobardía. Un hombre incapaz de acción es una sombra que se escurre en el anónimo de su pueblo. Para ser chispa que enciende, fuego que templa, reja que ara, debe llevarse el gesto hasta donde vuele la intención.

No basta en la vida pensar un ideal: hay que aplicar todo el esfuerzo a su realización. Cada ser humano es cómplice de su propio destino: miserable es el que malbarata su dignidad, esclavo el que se forja la cadena, ignorante el que desprecia la cultura, suicida el que vierte la cicuta en su propia copa. No debemos maldecir la fatalidad para justificar nuestra pereza; antes debiéramos preguntarnos en secreta intimidad: ¿volcamos en cuanto hicimos toda nuestra energía? ¿Pensamos bien nuestras acciones, primero, y pusimos después en hacerlas la intensidad necesaria?

La energía no es fuerza bruta: es pensamiento convertido en fuerza inteligente. El que se agita sin pensar lo que hace, no es un energeta; ni lo es el que reflexiona sin ejecutar lo que concibe. Deben ir juntos el pensamiento y la acción, como brújula que guía y hélice que empuja, para ser eficaces.



14. -Son hombres los que aran su propio surco. Toda creación es fruto de la libre iniciativa y llega a su término sostenida por el sentimiento de independencia.

Cuando has aprendido a querer, y sabes lo que quieres, no te detengas en buscar fuera de ti los medios para ejecutarlo. Ninguna escuela, ninguna secta, ninguna camarilla, podrá sentir como tú, intensamente, el ideal de arte, de verdad, de justicia, que tú mismo has concebido y que sólo tú puedes realizar. Poeta o filósofo, apóstol o artesano, ten confianza en ti mismo, no sigas rutas ajenas, no subordines tu voluntad a otras voluntades, no te ampares de sombras que empañan ni persigas protecciones que atan. De los que saben más, aprende, sin imitarlos; de
los que ofrecen más, apártate, no pidas. Si eres capaz de realizar tu ideal, no los necesitas; si impotente, nadie te capacitará para realizarlo. Quiere, quiere con firmeza, con toda tu mente y con toda tu razón, poniendo en querer lo mejor de ti, la fe de tus fuerzas morales.

El porvenir de los pueblos está en la libre iniciativa de los jóvenes. La juventud se mide por el inquieto afán de renovarse, por el deseo de emprender obras dignas, por la incesante floración de ensueños capaces de embellecer la vida. Joven es quien siente dentro de sí la fuerza de su propio destino, quien sabe pensarlo contra la resistencia ajena, quien puede sostenerlo contra los intereses creados. Sin ideales no puede haber iniciativa.


José Ingenieros
fragmentos del libro “Las fuerzas morales”