lunes, 30 de julio de 2012

Soy Culpable (¡segunda edición!)

Agotada la primera edición de Soy Culpable, y tras un mes y medio de ausencia involuntaria, toca el turno a la segunda de salir al ruedo.

La apuesta esta vez es más fuerte. De mil ejemplares pasamos a dos mil. Las expectativas son altas, como siempre (justificadas o no, pero altas).

Ojalá todo siga como hasta ahora. Ojalá al trabajo diario lo siga acompañando esa pizca de suerte que sabemos necesaria. Ojalá las estrellas brillen en lo alto. Ojalá, ojalá…

Soy culpable, responsable, de todo lo que en mi vida hago o dejo de hacer. No existe queja o reproche capaz de ser justificado. El cambio siempre está al alcance de mi mano, y soy yo quien elige o no tomarlo. Esa elección es la que me vuelve libre, absolutamente libre, es la que me eleva o me desciende, es la que me lleva a ser culpable, responsable.

domingo, 15 de julio de 2012

5000

No sé por qué, pero me gustan los números redondos. Cuando estoy en la víspera siento que algo va a pasar: deslumbrante, bueno, inesperado. Y aunque después no suceda (en rigor nunca sucede), vuelvo a aguardar con ansias la llegada del nuevo hito, del nuevo número redondo.

Esta vez son cinco mil. Bastante grato para un autor desconocido. Es cierto que no es lo mismo que los libros se vendan solos, que la gente diga voy a buscar este título porque me lo han recomendado, y que luego, en lo posible, a la vez lo recomiende. Sin embargo, la venta personal trae también satisfacciones.

Entre ellas se encuentra el hecho de cruzarme en algún sitio de la ciudad con una persona que hace años me compró un libro en un lugar diferente, y no sólo eso, sino que ahora me compre otro, dado que el primero le gustó. O quienes me van pidiendo más ejemplares por internet; incluso desde Brasil como sucedió hace poco, luego de haberse llevado uno de ellos en la plaza San Martín, durante una visita a Buenos Aires.

También está quien me dice ese libro lo vi en la casa de un familiar o de un amigo, y decide comprarme ahora uno distinto, o quizá no, pero aún así es agradable. O el que declara que será éste el primer libro de su casa, a lo que me animo a responder: espero que sea el primero de muchos otros.

En fin, pequeñas cosas que van ocurriendo y a uno lo hacen sentir bien.

martes, 3 de julio de 2012

Tangurria

Años de dictadura. Tiempos actuales. Ir y venir de historias que se tejen y destejen.

Los recuerdos. Los fantasmas. Los laberintos del amor. Paloma, Abelardo, Oliver, Ernesto. La muchacha de ojos tristes.

Prosa de la buena (delicada, precisa, poética) capaz de atrapar y sumergir, y quedar flotando luego en la memoria, cuando el libro se cierra y las preguntas se abren.

Los invito a leer a Marcela Minakowski. Tangurria. Pueden encontrarlo en las librerías La cueva y El papiro, ambas de Caseros.

Hubo un país que hemos olvidado, un pequeño país que tiene tanto de nosotros que lo dejamos ahí, en un rinconcito, en penitencia; después de todo, algunas penas no se borraron. No se borrarán.

Paloma está para recordarlas. Lleva a cuestas esa tristeza, esa soledad tan explicable; y ya sabemos, si la tristeza y la soledad ocurren en Buenos Aires, el tango, la lluvia y los bares no pueden estar ausentes.

Tampoco la poesía, claro, la poesía de Buenos Aires, los fantasmas, las calles, los andenes, la niebla, la memoria.