Empecé a escribir poesía hace algo más de 25 años. En aquel entonces trabajaba en sistemas y estudiaba ingeniería en la UTN. Mi primer libro lo publiqué recién iniciado el año 2000. Inspirado en los músicos que veía tocar y cantar por las calles del microcentro porteño, decidí comenzar a ofrecerlo por las plazas y parques de la ciudad. Principalmente en la plaza San Martín, de Reitiro, los días de semana (si no me tocaba cursar en la facultad) luego de completar mis tareas laborales y hasta bien entrada la noche; y en el parque Tres de Febrero, de Palermo, al que iba algunos sábados, domingos y días feriados, por la tarde cuando bajaba el sol.
Caminaba y hablaba con cada persona que veía, mientras tomaban mate, paseaban al perro o descansaban. Pude ver que tenía buena respuesta por parte de la gente.
Así pasó poco más de una década. Trabajando como programador de computadoras, estudiando y vendiendo libros. En el medio me recibí de Analista de Sistemas y me di cuenta de que no tenía sentido completar la carrera de Ingeniero, porque me parecía que mi lugar estaba en otra parte. Publiqué mientras tanto otros dos libros de poesía, siempre de manera independiente, y un primer libro para niños.
Llegado el año 2011, me propuse vivir exclusivamente de la literatura. Sabía que no iba a ser fácil pero quería intentarlo.
Entonces lo encaré de una forma distinta: cada día, mochila al hombro, comencé a visitar los diferentes barrios que componen el Gran Buenos Aires y CABA, ingresando a todo tipo de comercios (verdulerias, almacenes, tiendas de ropa, casas de repuestos para autos, etc, etc) para hablar con quienes los atienden y contarles y ofrecerles mis libros.
En este tiempo fui publicando nuevos títulos y reeditando otros. Poesía, novela, cuentos infantiles, libros en tela para bebés. Y poco a poco me voy afianzando. Hay gente que me conoce y me escribe para que vuelva. Visito escuelas, bibliotecas, me hacen alguna entrevista de vez en cuando.
Y así seguimos, con los proyectos de escritura como centro de todo.