viernes, 26 de noviembre de 2021

Génesis

Hubo un primer librito de poemas, que ya no edito, con el que mis familiares y amigos supieron que escribía. Época de escritor agente secreto, como leí en broma por ahí, aunque todavía estaba muy lejos de hacer propia la etiqueta escritor. Un librito que me dio la posibilidad de aprender rudimentariamente el proceso de publicar, registrar, contratar una imprenta, corregir, etc; y que, una vez tuve entre mis manos, me obligó a preguntarme: ¿y ahora qué hago con estas cajas inmóviles ocupando espacio en la habitación? 


Entonces, imitando a los músicos que salen a tocar a la calle (a quienes solía escuchar a diario por aquel entonces, en mis trabajos del microcentro porteño), decidí salir también.

martes, 16 de noviembre de 2021

Vuelta al ruedo

A mitad de año me preparaba mentalmente para salir de nuevo con los libros a recorrer la ciudad. Todavía el transporte estaba restringido y el virus seguía punzando desde las sombras; y los chicos, sin clases presenciales, lo cual como familia nos obligaba a tener una organización específica para estar con ellos y apoyarlos en las tareas diarias. 


Hoy ya ando por las calles como si jamás se hubiera interrumpido la actividad. De la incertidumbre a la certeza (bah, certeza es una forma de decir, lo sabemos, una esperanza; pero ese es otro tema). 


En definitiva, ahora me va bastante mejor que antes de la pandemia, y estoy decidido a seguir trabajando todos días para continuar creciendo, en un trabajo/oficio/vocación/sueño-imposible-alguna-vez en el que me siento definitivamente a gusto.

lunes, 8 de noviembre de 2021

Intentar

Me gusta la palabra intentar, me libra de las presiones que yo mismo me impongo cuando en lugar de intentar, digo hacer. Intentar me permite andar un poco más liviano, algo más cerca del goce, del disfrute. 

Eso sí, intentar no significa para mí dejar las cosas a medias. Si lo intento, es para dar lo mejor que tengo, todo lo que puedo dar, ni una pizca menos.

sábado, 6 de noviembre de 2021

El orden en el desorden

Cada día visito un lugar diferente con mis libros. En general no hay orden en eso, no hay premeditación (salvo contadísimas excepciones), voy donde las ganas piden, salgo sin saber, viajo sin saber (como ahora mismo mientras escribo esto), combino transportes hasta que en un momento llego, y recién ahí, sé: sé donde empiezo, después veremos en qué lugar termino.


Y sin embargo en ese desorden llevo también un orden. En una app del celu (al principio tenía un cuadernito dedicado, pero resultaba ser un peso más en la mochila) voy registrando los lugares que transito, y por cada lugar, las zonas que ya recorrí y las que aún no, de manera que la próxima vez que el desorden me lleve hasta allí, tenga al menos la delicadeza de hablar con personas distintas.


Con este orden desordenado, tardo por lo menos un año en escabullirme en los innumerables rincones de la ciudad. Algunos se me escapan, claro: quedan pendientes para la próxima vuelta.