Escribís una página. La leés, la corregís, la volvés a leer. Repetís el ciclo, sin forzarlo. Hasta que en un punto tenés la sensación de que está bien, de que contiene armonía en sí misma, y está diciendo algo que aporta al todo.
Es una cosa que no se explica, hay que sentirla. Si no se siente al momento de la escritura, las correcciones posteriores (varios meses después) resultan mucho más laboriosas. Lo digo por experiencia.
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domingo, 22 de septiembre de 2024
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