viernes, 24 de mayo de 2024

Yo prefiero

Hace unos veinticinco años, más o menos, con un puñado de poemas prematuros escritos, empecé a averiguar cómo se hacía para publicar un libro: cómo era el procedimiento, qué registro de propiedad intelectual sería necesario, con qué imprentas o editoriales trabajar. Venderlo, ni se me cruzaba por la cabeza, eso lo intentaría después.

Recuerdo que el hombre que me explicó lo del registro, por teléfono, lo hizo socarronamente. Me dijo algo así como que lo más propable es que no tuviera nada que valiera la pena copiar, que si uno lograba reunir una veintena de poemas aceptables, lo mejor que le podía pasar era que alguien los plagiara y se difundieran.

Razón no le faltaba al hombre, cuyo nombre no sé, ni poseo ya el menor indicio de cómo llegué a él. Los poemas que tenía entre manos, y de los que yo me sentía tontamente orgulloso, dieron lugar a un libro olvidable, como la mayoría de los primeros libros de quienes nos decidimos a escribir. Pero lo cierto es que lo que me explicó sobre el registro, lo usé entonces sin ningún complejo.

Cuántos aprendizajes, pienso ahora, me fueron llegando de esa manera, entre la vanidad divina de hacer y la aceptación terrenal de lo ya hecho. Estar en movimiento, enseña. Pensar, pensar y pensar, sin llevar a la práctica por miedo a no estar a la altura, paraliza. 

¿Qué quieren que les diga?, yo prefiero aprender.

miércoles, 15 de mayo de 2024

Ser escritor independiente

Aguantándome las ganas (muchas) de publicar El fantasma de Ballester, porque antes debo cumplir otros proyectos personales que también requieren dinero. 

Ser escritor independiente es, entre otras cosas, comprender que los recursos son finitos y que hay que organizarse para poder publicar cada libro a su tiempo. 

Sin dejarse vencer por la desazón ni la ansiedad. Todo va a salir bien. 

Siempre es así. 

jueves, 18 de abril de 2024

Encuentros (XL)

La chica, ahora de unos veinte años, leyó los libros de Toba y de Fuz cuando era una nena. Me cuenta que los llevaba a todos lados, a la playa, de vacaciones.

¿Vos sos el autor?, se sorprende un ratito antes. Atiende con diligencia la panadería del padre en Castelar. Sí, respondo yo. Espero que despache a algunas personas más y luego seguimos hablando.

Me los compró tu papá, acá mismo, completo, hace ya mucho tiempo, cuánto me alegra que no hayan pasado desapercibidos.
Después aparece él y se suma a la alegría de volver a encontrarnos.

Esta vez la chica, ya joven adulta, lectora, elige quedarse con la última novela que publiqué.

El día está más que hecho para mí.

miércoles, 20 de marzo de 2024

Los ayuda memoria


Ya desde los tiempos de mi primera novela, tomé la costumbre de hacerme unos machetes muy sencillos que me ayudaran luego a recordar la historia completa de una sola vez. 

Divido una hoja blanca en unos ocho sectores con forma de cuadrado, y dejo allí constancia de los personajes, algunas de sus características, las relaciones entre ellos. Anoto datos geográficos, históricos. Me hago una línea temporal, si lo creo necesario, en la que sitúo ciertas escenas importantes, sobre todo cuando decido contar la historia de manera fragmentada (muy fragmentada a veces). 

Esos cuadros los voy completando a medida que los hechos suceden y los personajes van apareciendo. Se trata de un ayuda memoria y no de una herramienta de planificación. Esta última trato de evitarla lo más posible, para que lo que cuente resulte espontáneo incluso para mí: si yo logro soprenderme, habrá también sorpresa, creo, en quien después lea el libro. 

Hago una aclaración: algunas cosas sí planifico en cierto momento de la novela, en especial cuando le estoy dando un cierre, pero trato de permitirme la mayor libertad posible al momento de escribir. Dejo todas las lagunas que pueda, en las que no sé lo que va a pasar, hasta que pongo manos a las teclas y me dejo llevar, entonces sí, por la sensación de que lo que escribo me resulta verdadero. 

Pero volviendo a los machetes, fue la forma que encontré, hace ya unos quince años, de salvar la fragilidad de mi memoria, la cual me conspiraba en contra cada vez que, pasadas una o dos semanas alejado de la netbook, intentaba retomar el hilo de lo que llevaba escrito. 

Hoy vuelvo a apoyarme en ellos en la etapa de corrección, en la que me encuentro, de El fantasma de Ballester. 

lunes, 12 de febrero de 2024

Luego no sabría nada más (¡nuevo libro!)


Esta vez es el turno de una novela de suspenso: Luego no sabría nada más. La publiqué hace dos meses pero buen, como viene sucediendo últimamente, me demoré en contarlo en este espacio.

Si bien la primera versión la escribí hace unos cuantos años, allá por el 2012 o 2013, recién ahora le llegó su tiempo para conocerlos a ustedes, los posibles lectores. En el medio pasó por correcciones y más correcciones, descansos obligados, vuelta a corregir. Hasta que un día tuve la sensación de que ya estaba, de que era el momento propicio.

Es que cuando uno es un escritor independiente, no basta con escribir, también tiene que ordenar los proyectos que desea publicar: en mi caso, novela, poesía, cuentos infantiles. Y a veces hay que hacer lugar también para alguna que otra reedición de un libro que afortunadamente se encuentra agotado. Y como saben, es el trabajo pero también es el dinero para poder afrontarlo.

Volviendo a esta nueva novela, les voy a compartir el texto de contratapa, y también un audio que subí a youtube donde leo la primera página. ¡Ojalá les guste!


"La marginalidad del hombre, de los hombres. La inocencia aparente de nunca ver ni entender, de nunca ser. La fatalidad, el amor, el crimen. El libre albedrío. ¿Dónde están Omar o Claudia o el Mocho? ¿Dónde está el Rengo? ¿En qué parajes de la vida inciden? ¿En qué dobleces de esa bolsa que lo mezcla todo?

Dos historias que transcurren paralelas, alejadas. Desde las cómodas y previsibles rutinas, hasta los bordes olvidados de la sociedad. Dos historias que prometen cruzarse, aunque no sepamos cuándo ni cómo."