Primero fue el turno de El mago Pascualito, publicado en el año 2016. En el Atlántico sur, entre el mar y la estepa patagónica, nace la historia de un pingüino que se quiere convertir en mago. Luego, en 2022, llegó El tesoro de Camilo, donde un coatí se interna en la selva misionera para buscar un tesoro perdido desde los tiempos de la colonia, del que apenas se sabe.
Tanto uno como otro, pingüino y coatí, interactúan con los animales de cada lugar, descubren paisajes, climas, vegetación, en sendas aventuras que intentan cautivar a los más chicos. Para eso, como autor, me impongo una premisa básica: si yo me divierto mientras escribo, es probable que esa diversión, ese disfrute, llegue después a los pequeños lectores; y también a los adultos, ¿por qué no?
Esta vez con Filiberto, el cóndor andino, nos lanzamos a la región de Cuyo. Tratamos de resolver un enigma con la ayuda de un puma, un sapo espinoso, un águila mora, un halcón peregrino, un zorro colorado, una vicuña, entre varios otros. Vemos crecer a un fueguito en el medio del desierto, lo escuchamos murmurar sus primeras palabras, y lo descubrimos lanzando promesas por lo que un día pretende llegar a ser.
Decía al principio que completamos con este libro una trilogía. Para ser honesto, no puedo asegurarlo. Quizá en el futuro (muy en el futuro) me den ganas de volver a inventar historias de animales de este bello y diverso país en que me tocó nacer. Pero eso lo veremos. Por lo pronto tengo demasiados proyectos en la cabeza. Será cuestión de ordenarlos y darles, poco a poco, a cada uno su lugar.