miércoles, 1 de enero de 2014

Tres años

Se cumplen tres años. Puedo decir ahora que vivo de mis libros. Falta holgura, es cierto. Aspiro a más, también es cierto. Pero me prometo trabajar para seguir creciendo.

Incontables veces fantaseé, mientras me dedicaba a otra cosa, mientras sostenía una profesión relativamente cómoda en lo económico pero que me hacía sentir vacío al fin de cada jornada, con rumbear el esfuerzo de mis manos (y de mi mente ¿por qué no?) hacia lugares distintos.

Me hundí en divagues imposibles. Me probé, en el espejo de la imaginación frondosa, una multitud de pieles ajenas a la mía, de profesiones más o menos cercanas o distantes. Ninguna me satisfizo.

Había que mirar sobre lo obvio, sobre lo que parecía descabellado pero aun así obvio. Había que tomar las pasiones (la literatura, las caminatas al aire libre, el cambio como regla y no como excepción) y volverlas redituables. Y, sin embargo, había también que mantenerse genuino: no vender al mejor postor la inalienable necesidad de decir.

Y en eso estamos. A veces se vuelve duro y nos alcanza el desaliento, como días atrás. Pero sobre la marcha supe convencerme (sigo convenciéndome) de que ninguna dificultad es demasiado grande cuando uno hace lo que de verdad desea, y de que hay que actuar más y conjeturar menos.

2 comentarios:

Mientrasleo dijo...

Hoy en día, poder decir que se vive de la literatura es todo un lujo. Mi enhorabuena, de corazón.
Un abrazo

Alejandro Laurenza dijo...

Gracias! :-)