Cuatro meses de bajón anímico. Cuatro meses pero no más. Tomé ayer la decisión de que no sea más. No habrá excusas: ni el cansancio acumulado, ni las vacaciones no gozadas, ni el parate económico de un país que amo y sufro.
Será mi responsabilidad, como siempre, hallar razones escondidas debajo de las piedras que me pongan en movimiento, que me motiven. Razones que me permitan disfrutar de lo que hago.
Me mantuve durante este tiempo en piloto automático, tirando para no aflojar, como quien dice; y eso dista mucho de estar vivo.
Las actividades cotidianas no serán muy diferentes, pero sí la actitud.
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jueves, 24 de abril de 2014
jueves, 10 de abril de 2014
Encuentros (XI)
Cosas que pasan en la calle, en relación a los libros.
XI
La chica tiene el libro marcado con resaltador amarillo. Me lo compró su ex (pequeña compensación, dice ella) en González Catán hace dos meses. “Soy Culpable”. Ahora estamos no muy lejos de allí, en Pontevedra.
Me cuenta que le gustó y que también escribe. Lo busca y me lo muestra. Está dedicado por mí.
No suelo marcar los libros. Ni siquiera con lápiz. A menos que sea para dedicarlo, justamente. Lo sentía un sacrilegio años atrás. Ya no. Es sólo falta de costumbre.
Pero encontrar un libro tuyo resaltado por otro, es decir por alguien que fue más allá de la lectura y decidió guardarse algunas cosas para sí, te hace sentir muy bien. Ni te acordás del sacrilegio o la costumbre. Te lo aseguro.
viernes, 21 de marzo de 2014
Encuentros (X)
Cosas que pasan en la calle, en relación a los libros.
X
Ocurrió hace unos meses. No importa el barrio, podría ser cualquiera. Tampoco el comercio.
No te creo nada, dice el hombre sin apenas dejarme hablar. No me cuentes porque no te creo, sigue, los artistas están todos subsidiados por el Estado.
Yo me río incrédulo. No puedo entender lo que está pasando. ¿Será una broma?, pienso. Pero me acuerdo entonces de un informe bastante tonto que pasaron por la tele un domingo a la noche, y lo repitieron hasta el hartazgo durante toda la semana.
No es mi caso, llego a defenderme. Y aunque lo fuera, podría argumentar, la función del Estado, entre muchas otras, es promover la cultura. Pero no hace falta, la cabeza del hombre está cerrada, formateada sin remedio.
lunes, 3 de febrero de 2014
Maldita Conciencia (¡tercera edición!)
Aparecido por primera vez en septiembre de 2007, reeditado al siguiente año, y agotado luego sin reposición durante un tiempo considerable, ve ahora la luz la tercera edición de Maldita Conciencia. Hubiera querido que ocurriera antes, pero debí ordenarme con algunos otros proyectos literarios que alcanzaron también la forma de libro durante este período.
Maldita Conciencia es mi tercer libro de poesía, de cuatro que llevo publicados en el género. Por él decidí apostar justamente en 2007, entre dudas y más dudas, cuando no sospechaba aún que mi vida rumbearía definitivamente hacia estos lados, donde la pluma o el lápiz o las teclas de la netbook consiguen darme de comer cada día. Con él alcancé la confianza que andaba entonces necesitando.
Se merecía, por todo lo dicho, una nueva oportunidad de llegar a la gente. Fue bien recibido aquella vez. Ojalá ahora no sea distinto.
Algunos de los poemas que lo conforman han sido plasmados también en este espacio: La crisis, No explicarum, El país en llamas, Tras la crisis.
Lo que sigue es el texto de contratapa:
Maldita Conciencia es mi tercer libro de poesía, de cuatro que llevo publicados en el género. Por él decidí apostar justamente en 2007, entre dudas y más dudas, cuando no sospechaba aún que mi vida rumbearía definitivamente hacia estos lados, donde la pluma o el lápiz o las teclas de la netbook consiguen darme de comer cada día. Con él alcancé la confianza que andaba entonces necesitando.
Se merecía, por todo lo dicho, una nueva oportunidad de llegar a la gente. Fue bien recibido aquella vez. Ojalá ahora no sea distinto.
Algunos de los poemas que lo conforman han sido plasmados también en este espacio: La crisis, No explicarum, El país en llamas, Tras la crisis.
Lo que sigue es el texto de contratapa:
Maldita conciencia es abrir los ojos, abrir los ojos a pesar de todo, aunque duela, es abrir los ojos a pesar de uno mismo.
Maldita conciencia es, como dice Fito, dar media vuelta y ver qué pasa allá afuera.
Maldita conciencia es también seguir, saber el mundo y seguir, y no tirarse en una cama tomando al mundo como excusa.
lunes, 27 de enero de 2014
Encuentros (IX)
Cosas que pasan en la calle, en relación a los libros.
IX
—Ese libro lo conozco —dice el muchacho al otro lado del vidrio, en la boletería del tren—. Lo tiene mi nene. Le gustó mucho.
Estación Carupá. En la ventanilla se refleja mi rostro y un recorte de la tapa de Los cuentos de Toba. De los gestos del muchacho ni noticias, pero adivino una risa en la inflexión de su voz.
—¿Tenés el otro? —continúa.
—No, está agotado. Pero te puedo mostrar un libro de poesía o una novela, si querés.
—Me gustaría, pero no tengo plata ahora. Mejor la próxima.
—Seguramente me demore en volver —advierto—. Mis tiempos son largos, de un año más o menos. Pero en la página web hay un mapita con los lugares donde se consiguen.
—¡Dale, me voy a fijar!
Me llevo el boleto. En diez o quince minutos arribará mi tren. Quedo sumido en pensamientos agradables.
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