Siempre me movilizó la posibilidad de hacer. No regodearme en la teoría, en el análisis que nunca se completa, que en cada línea especulativa tiene algo más para decir, y nos deja quietitos, ahí, esperando a saberlo todo antes de actuar. Cosa que tarde y mal sucede.
A mí lo que me encanta es hacer, meter las manos en la masa, a lo caradura, dando (eso sí) todo lo que tengo, aunque pueda resultar insuficiente al principio (¿quién no es insuficiente?, me pregunto), para disponerme a crecer durante el proceso, y que en la próxima resulte un poco mejor, cada vez.
Así era cuando trabajaba en sistemas, aprendiendo cada día algo distinto, y así fue después, cuando decidí abocarme a la literatura.
Aprendizaje Literario
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lunes, 27 de octubre de 2025
Hacer
miércoles, 22 de octubre de 2025
La industria del libro
Participo de la industria del libro de manera no tradicional. Desde mi lugar chiquito, aunque me permite vivir de lo que me apasiona, que ya para mí es bastante. Escribo (lo que deseo), publico (a mi ritmo), vendo (tratando de disfrutarlo).
Fantaseo sin embargo con poner un pie en los usos y costumbres de la industria. Solo un pie, el segundo me gustaría dejarlo donde hoy me encuentro. Por momentos me parece factible; en otros, inalcanzable. El tiempo y el trabajo, dirán.
martes, 21 de octubre de 2025
Análisis psicológico del personaje
Rosa Musumeci, con quien nos conocemos desde hace un montón de años por esta cuestión de la literatura ambulante, hizo una lectura de un fragmento de mi primera novela, El amor y la furia (publicada en 2013), la cual sumó como material de trabajo para los estudios de psicología que está cursando.
¡¡Gracias, Rosa, por tu generosidad y por permitirme compartirlo!!
(La fotografía que se ve atrás, del hombre que camina en el otoño, le pertenece a ella)
jueves, 9 de octubre de 2025
El enigma de Filiberto (¡nuevo libro infantil!)
Primero fue el turno de El mago Pascualito, publicado en el año 2016. En el Atlántico sur, entre el mar y la estepa patagónica, nace la historia de un pingüino que se quiere convertir en mago. Luego, en 2022, llegó El tesoro de Camilo, donde un coatí se interna en la selva misionera para buscar un tesoro perdido desde los tiempos de la colonia, del que apenas se sabe.
Tanto uno como otro, pingüino y coatí, interactúan con los animales de cada lugar, descubren paisajes, climas, vegetación, en sendas aventuras que intentan cautivar a los más chicos. Para eso, como autor, me impongo una premisa básica: si yo me divierto mientras escribo, es probable que esa diversión, ese disfrute, llegue después a los pequeños lectores; y también a los adultos, ¿por qué no?
Esta vez con Filiberto, el cóndor andino, nos lanzamos a la región de Cuyo. Tratamos de resolver un enigma con la ayuda de un puma, un sapo espinoso, un águila mora, un halcón peregrino, un zorro colorado, una vicuña, entre varios otros. Vemos crecer a un fueguito en el medio del desierto, lo escuchamos murmurar sus primeras palabras, y lo descubrimos lanzando promesas por lo que un día pretende llegar a ser.
Decía al principio que completamos con este libro una trilogía. Para ser honesto, no puedo asegurarlo. Quizá en el futuro (muy en el futuro) me den ganas de volver a inventar historias de animales de este bello y diverso país en que me tocó nacer. Pero eso lo veremos. Por lo pronto tengo demasiados proyectos en la cabeza. Será cuestión de ordenarlos y darles, poco a poco, a cada uno su lugar.
jueves, 25 de septiembre de 2025
Encuentros (XLVIII)
No nos conocíamos. Al menos no personalmente. Veníamos en contacto virtual desde hace muchos, muchos años, desde que me escribiera unos mensajes muy lindos y elaborados acerca de mis poemas, que aún conservo. Creo que llegó a ellos por mi blog, en el 2013, luego compró varios de mis libros de poesía en el negocio de mi hermano.
Más tarde (de eso me enteré hoy) estuvo charlando con una maestra (ya jubilada), que trabajaba en la misma escuela que ella, sobre El mago Pascualito, libro que leyeron los chicos en su curso de primer grado. Después se topó por casualidad en una librería con El diario de Toba, que también compró.
Hace un rato, doce años más tarde, por esas cuestiones del azar, tuvimos oportunidad de charlar por fin frente a frente, en una verdulería de Villa Bosch, mientras yo esperaba que la dueña del negocio se desocupara, con intención de contarle un poco acerca de lo que hago.
Ahora sí nos conocimos con Laura, quien sigue dando clases en aquella escuela (que alguna vez tuve oportunidad de visitar). Fue un gusto verla, cruzar con ella varias palabras. Eligió quedarse hoy con el libro del pingüino.
Y pensar que yo arranqué la mañana muy cansado, con bajísima energía, dudando entre ofrecer libros o volverme a casa y listo. Puedo decir, después de esto, que valió la pena el esfuerzo, la persistencia.
La ciudad te sorprende si le das lugar.

