miércoles, 20 de febrero de 2013

Mi segunda novela

Motivado quizá por la inminente publicación de mi primera novela, retomé la escritura de lo que será la segunda, dejada en stand by durante largo tiempo. Vuelvo a levantarme temprano por la mañana, a esas horas en que me siento más productivo, y donde la casa, sumida aún en el silencio, me recibe tranquila, y me ve trabajar en la mesa redonda de la cocina (de plástico, provisoria), moviendo los dedos sobre la netbook, y tomando algún mate de vez en cuando para acabar de despertarme.

Los primeros días fueron de lectura. Debía recuperar el hilo de lo ya contado: no sólo historias y personajes tendrían que volver a mi memoria, sino también el tono de la narración, que no es uno en este caso, sino dos. Dos tonos para dos historias que se desarrollan en paralelo, y que prometen cruzarse de manera trágica, no sin antes mantener cierto suspenso que intentará hacerlas interesantes.

Un muchacho nacido y crecido en un barrio marginal, por un lado, arrojado por las circunstancias, y por las propias decisiones, a la delincuencia. Unas familias de clase media, por otro, atravesadas sus vidas por ciertos hechos inesperados, como puede ser un embarazo a edades tempranas para el ámbito en que se desarrollan.

La técnica de escritura es similar a la de la novela anterior: los personajes recuerdan desde diferentes lugares del tiempo, los sucesos aparecen de manera desordenada, y se van uniendo, poco a poco, para dar coherencia al relato final.

Me siento bien ahora. Escribir me hace sentir bien. Estoy bajo el influjo de la emoción creadora, cuyos resultados podrán ser mejores o peores, pero que siempre es agradecida por el cuerpo. Se los aseguro.