jueves, 3 de enero de 2019

Ocho años


En este año que acaba de terminar, el foco estuvo puesto en la ampliación de nuestra casa. Los chicos van creciendo y necesitamos y queremos más espacio.

El primer tercio lo hicimos en 2015: reforzamos la estructura, dejamos levantadas las paredes en la planta alta, quedó tendida la instalación eléctrica, colocadas las puertas, fijados los premarcos para las ventanas, y no mucho más.

Luego debimos hacer un receso obligado para acomodarnos con el bendito dinero; y ahora, en 2018, pudimos encarar el segundo tercio: techos, revoques externos e internos, colocación definitiva de ventanas y cortinas de enrollar, pintura, etc. Esto se completará, si todo sale bien, en los meses próximos.

Dejaremos entonces el último tercio (que no la última modificación, uno siempre quiere más) para los años siguientes, pero con la tranquilidad de poder ocupar mientras tanto las nuevas habitaciones. Estamos acostumbrados a vivir en obra, entre el polvo, podríamos decir, por lo que no nos asusta seguir de esta manera.

¿La literatura? Bien, un poco descuidada. Es cierto que salí a vender libros por toda la ciudad, visité colegios y tuve la satisfacción de que me hicieran alguna entrevista; pero los pensamientos, y el trabajo, nunca dejaron de estar enfocados obsesivamente en la casa.

Pronto volveré a escribir y publicar. 2019 será para eso.

Enganchándome ahora con los ocho años del título de esta entrada, es ése el tiempo que se cumple desde que cambié de profesión, muchos de ustedes lo saben. En aquel momento no tenía ni idea de cómo iba a sobrevivir con los libros, ni construir la casa, ni criar a los hijos que aún no esperábamos (pero que ya teníamos en los planes cercanos, ahí nomás).

Hoy lo vamos haciendo. Con mucho esfuerzo, perseverancia, y con la seguridad de que de alguna forma podemos: no sabremos decir de antemano cómo pero sí que podemos.

Así seguimos.

¡Buen 2019 para todos! ¡Salud!