sábado, 29 de noviembre de 2014

Los primeros 200

Si bien mi fuerte es ofrecer libros a la gente, mayormente en negocios, de vez en cuando en paradas de colectivos o estaciones de tren, o incluso mientras charlan o caminan por la calle, intento sumar al mismo tiempo puntos de venta que me apoyen en la tarea.

Librerías y Kioscos de Diarios se van incorporando poco a poco. Deben estar dispuestos a comprarme una pequeña cantidad de ejemplares con descuento (no a tomarlos en consignación sino a pagarlos en firme), para ofrecerlos luego a sus clientes.

No es sencillo por razones obvias. Un producto sin marketing (libro, remera, pantalón de jean o cucharita de té) tiene que ser mostrado concienzudamente a quienes desconocen su existencia. Osea que el vendedor intermediario asume un trabajo extra y también un riesgo.

Pero quienes somos tercos, cabezaduras, o como quieran llamarnos, elegimos olvidar estas dificultades, o usarlas como motivación, poniéndonos sucesivas metas que, suerte y esfuerzo mediante, tendremos el gusto de superar, para establecer entonces las nuevas.

Así se cumplieron los cien primeros lugares en que se encontraban mis libros, ¡y llegamos ahora a los doscientos!

sábado, 11 de octubre de 2014

Encuentros (XV)

Cosas que pasan en la calle, en relación a los libros.

XV

Nos conocimos en la plaza San Martín en los tiempos en que ofrecía allí mis libros, antes de que diera con la idea de caminar los barrios de Buenos Aires. Brasilera, ella, pasaba unos días de vacaciones en la ciudad.

Me compró poesía (no recuerdo cuál de todos) y me encargó más tarde, por internet, que le mandara otros libros. Nos mantenemos desde entonces en contacto a través de Facebook.

Hoy, pasados unos años, nos volvemos a encontrar en la misma plaza, aunque esta vez no por azar.

Le llevo mis últimas publicaciones. Charlamos. Tomamos café en el bar de enfrente. Ella me regala varios textos propios. Para inspirarme, dice. Y así será, seguramente.

Después de todo, la tecnología sirve para algo: hace menos distantes las distancias.

lunes, 15 de septiembre de 2014

¿Cómo vender en Amazon?



Bastante tiempo pasó desde que dediqué un post a la impenetrabilidad de Amazon. Hay escritores a los que les va bien, sus libros se posicionan en el Top 100, reciben estrellas, comentarios y demás gracias de la vida digital. Otros, simplemente arrasan, ya no sólo figuran entre los 100 más vendidos sino que escalan hasta los primeros lugares y allí se quedan, para envidia (sana, lo juro) de los que miramos desde afuera. Finalmente estamos nosotros, los que deambulamos sin pena ni gloria por la jungla espesa e indiferente, que ni se entera de que existimos.

Sé que a muchas razones se puede deber esto, pero lo extraño es que cuando salgo a la calle, bolsito al hombro o carro en mano (según las ganas y las condiciones climatológicas), la respuesta de la gente es completamente distinta: elogian las portadas, los textos de contratapa, el lenguaje, la variedad de temas, y hasta a veces me escriben por mail o Facebook algunas líneas que me hacen sentir realmente bien. Icluso hay muchos que me han comprado dos, tres, cuatro libros en diferentes visitas que hube realizado. Quiero decir que un poco les debe de gustar lo que escribo.

Sin embargo así estamos, Amazon y yo en veredas opuestas. Intento seducirlo, es cierto, hablo de él en las redes sociales, pongo un link aquí y un link allá, lo leo en mi Kindle, pero nada, dice que por ahora no me necesita, que nos estamos viendo un día de estos. Y a mí, la verdad, me suena a excusa, ¿qué quieren que les diga?

martes, 9 de septiembre de 2014

Beneficios, sólo eso

Reflexionemos.

Beneficios, sólo eso

Reciclá tus cápsulas de café, reza el vidrio de uno de estos bares de marcas super difundidas, y ayudanos a ayudar a tal o cual. Conciencia ecológica, aporte para una buena causa, ¿qué más querés?

Sí, ya sé, te pasás de exigente, de cuestionador o cuestionadora, y decís: si tanto les duele la basura generada, ¿por qué no lo piensan antes de lanzar un nuevo producto al mercado?

Alejandro Laurenza

lunes, 1 de septiembre de 2014

Encuentros (XIV)

Cosas que pasan en la calle, en relación a los libros.

XIV

El hombre falleció hace unos años. Vendía mis libros en su kiosco de revistas de Retiro, en la terminal de ómnibus. Cada vez que lo visitaba insistía: tenés que poner el género en la tapa, así la gente no necesita preguntar para saberlo.

Me quedó un lindo recuerdo de él. Era un buen tipo. De un tiempo a esta parte le vengo haciendo caso. Lástima que no haya alcanzado a verlo.

sábado, 23 de agosto de 2014

El autobús perdido

Pocas veces sucede: completar la lectura de un libro y sujetarlo firme entre las manos, sabiendo que no fue uno más, darle suaves caricias a la tapa, mientras los ojos, evocadores, miran el paisaje que fluye al otro lado de la ventanilla del tren.

John Steinbeck (1902-1968). El autobús perdido. Lo primero que leo del autor estadounidense. Llegó a mí luego de aquella entrega contrariada en González Catán. Y valió la pena. Claro que valió la pena.

Dejo el texto de contratapa:

El accidentado viaje de un autobús rural entre las poblaciones de Rebel Corners y San Juan de la Cruz, en California, al término de la Segunda Guerra Mundial, se convierte en un magistral retrato de personajes y en un acerado estudio sobre los problemas centrales de todos los hombres en todas las épocas: la familia, el sexo, el amor, las ambiciones, las frustraciones y los anhelos. Lejos del sentimentalismo y la autocomplacencia, es un viaje interior hacia el corazón de unos viajeros perdidos en la decepción del sueño americano.

sábado, 26 de julio de 2014

Toba y los colores (¡libro para bebés!)

Esta vez Toba cuenta para los más chiquitos. En palabras sencillas y rimadas habla sobre su encuentro con un sapo, nombrando los colores que despiertan alrededor.

Los dibujos de Lucila Cardozo, estampados sobre tela suave y mullida, le dan vida a la historia. Todo esto bajo la confección de Lucerito Juguetes Blandos, especialista en didácticos para bebés.

Ojalá guste, murmura Toba, mientras cruza los dedos de sus dos patas delanteras.

sábado, 19 de julio de 2014

Encuentros (XIII)

Cosas que pasan en la calle, en relación a los libros.

XIII

Sábado por la mañana. Voy a González Catán a entregar unos libros. Librería chiquita, o mediana, de barrio. Venden los míos desde fines del año pasado.

Dos horas de viaje. Tren, colectivo, colectivo. Llego. No me pudieron avisar porque perdieron mi número de teléfono. No tienen la plata.

No importa: les propongo un canje. Eligen quedarse con diez ejemplares de distintos títulos. Yo me llevo el equivalente, entre autores que conozco y autores que me recomiendan. Me regalan algunos más.

Emprendo contento el camino de vuelta. Brilla el sol tibio de mediodía.

miércoles, 9 de julio de 2014

Secundaria Nro. 10



Primera experiencia para mí en un colegio secundario. Organizada en la biblioteca de la Escuela Nro. 10 “Martín Fierro” de Loma Hermosa. La invitación me llegó a través de la Oficina de Letras de Tres de Febrero.

Fue una entrevista abierta donde los alumnos concurrentes (dos o tres por cada curso) tuvieron la posibilidad de preguntar cuanto quisieron. Participaron también algunas madres, además de directivos y profesores.

Luego leí unos cuantos poemas de los libros Soy Culpable y Maldita Conciencia. Creo que estuvo bien, quedaron contentos.

Lo importante: despertar curiosidad en los chicos, alentarlos a que sigan su vocación, y darles la certeza de que si bien las cosas no suelen ser fáciles, tampoco resultan imposibles. Todo es cuestión de trabajo.

sábado, 14 de junio de 2014

El diario de Fuz (¡nuevo libro infantil!)

Las cosas no podían quedar así. Toba llevaba publicados dos libros: El diario de Toba y Los cuentos de Toba. Pero eso no era lo peor. Andaba por la casa dándose aires de importante, y Fuz no lo iba a permitir, había que poner a ese perro en su lugar.

Y así lo hizo. Un día empezó a escribir como quien no quiere la cosa, sin decir nada. Lo veías escondido en un rincón, libreta en pata y lápiz en otra, rumiando su versión de los hechos.

Y tanto escribió que terminó por completar un libro: “El diario de Fuz”. Los dibujos para pintar son de Lucila Cardozo, como siempre, y el auspicio, de la Oficina Municipal de Letras de Tres de Febrero.

Habrá que leerlo para saber qué dice.

“Fuimos nosotros los que le hicimos un lugarcito en la casa nueva, cuando lo vimos asomarse, con cara de pobre perro, por la pared del vecino.”

Fuz decide tomar la pluma para contar la historia de la familia. No sin orgullo, habla de las cosas que le parecen justas y también de las que no.

jueves, 5 de junio de 2014

La vuelta de Zloto

Días después de la columna Superarse es ganar de Sebastián Armenault en la “La vuelta de Zloto”, Marcelo Zlotogwiazda decidió abrir su programa radial con algunos poemas de mi autoría. Comparto el video, tomado del canal 360 TV, para que puedan verlo.


lunes, 26 de mayo de 2014

Encuentros (XII)

Cosas que pasan en la calle, en relación a los libros.

XII

—No sé qué escribiste, pero mi hijo se lo leyó en tres días, y más de una vez. Normalmente no consigo que lea nada, pero con Toba fue distinto.

Yo sonrío. Disfruto de lo que escucho y sonrío.

—Iba en el auto —continúa—, fascinado en el asiento de atrás, después en el sillón de casa, y a la noche en la cama.

Me había contactado por internet hace bastante tiempo, preguntándome por el otro libro para chicos. Ahora nos volvemos a encontrar. Lamentablemente estaba agotado, y lo sigue estando. Aunque dentro de poco aparecerá “El diario de Fuz” para cerrar la historia desde un punto de vista distinto. Se lo cuento.

—¡Avisame cuando lo tengas! —Se entusiasma el muchacho.
—Sí —prometo, mientras recibo una tarjeta con la dirección de Facebook de la esposa.

domingo, 18 de mayo de 2014

Nunca estuvieron en la luna

En la ciudad de Rosario, salpicada por la crisis económica que mantuvo en vilo al país durante los años 2001 y 2002, transcurre la novela Nunca estuvieron en la luna del escritor Raúl Astorga.

El plan ideado por Cedrón, y ejecutado con el apoyo de Trujillo y Varela, para recuperar lo que cree suyo de una última y definitiva vez, lleva la historia hacia adelante. Pero el libro es más que eso. Es también un recuento de las pequeñas cosas en que se manifiesta la vida, aunque la coyuntura sea adversa, a las que el hombre puede asirse para seguir navegando.

Compartiré algunas líneas que calaron en mí de manera especial.

“Mientras haya un huequito para vivir, hay que vivir.” (tío Humberto)

“Lo que sucede con el jefe es lo mismo que sucede con la burguesía, papá. Tienen miedo al progreso de los otros.” (Gentile)

“Sabían que esa noche sería eterna, aunque nunca supieran sus nombres, ni su origen, ni su filiación.” (cronista)

“Y el tío Humberto la esperó hasta el final. Su última palabra, antes de partir de este mundo fue su nombre, Gabriela.” (Trujillo)

sábado, 10 de mayo de 2014

Superarse es ganar

El lunes último Sebastián Armenault habló sobre mi trabajo en su columna “Superarse es ganar”, en el programa radial “La vuelta de Zloto”.

Además de emitirse por Radio del Plata, se televisa en simultáneo por el canal 360.

Les dejo el video por si tienen ganas de verlo.


jueves, 24 de abril de 2014

No más

Cuatro meses de bajón anímico. Cuatro meses pero no más. Tomé ayer la decisión de que no sea más. No habrá excusas: ni el cansancio acumulado, ni las vacaciones no gozadas, ni el parate económico de un país que amo y sufro.

Será mi responsabilidad, como siempre, hallar razones escondidas debajo de las piedras que me pongan en movimiento, que me motiven. Razones que me permitan disfrutar de lo que hago.

Me mantuve durante este tiempo en piloto automático, tirando para no aflojar, como quien dice; y eso dista mucho de estar vivo.

Las actividades cotidianas no serán muy diferentes, pero sí la actitud.

jueves, 10 de abril de 2014

Encuentros (XI)

Cosas que pasan en la calle, en relación a los libros.

XI

La chica tiene el libro marcado con resaltador amarillo. Me lo compró su ex (pequeña compensación, dice ella) en González Catán hace dos meses. “Soy Culpable”. Ahora estamos no muy lejos de allí, en Pontevedra.

Me cuenta que le gustó y que también escribe. Lo busca y me lo muestra. Está dedicado por mí.

No suelo marcar los libros. Ni siquiera con lápiz. A menos que sea para dedicarlo, justamente. Lo sentía un sacrilegio años atrás. Ya no. Es sólo falta de costumbre.

Pero encontrar un libro tuyo resaltado por otro, es decir por alguien que fue más allá de la lectura y decidió guardarse algunas cosas para sí, te hace sentir muy bien. Ni te acordás del sacrilegio o la costumbre. Te lo aseguro.

viernes, 21 de marzo de 2014

Encuentros (X)

Cosas que pasan en la calle, en relación a los libros.

X

Ocurrió hace unos meses. No importa el barrio, podría ser cualquiera. Tampoco el comercio.

No te creo nada, dice el hombre sin apenas dejarme hablar. No me cuentes porque no te creo, sigue, los artistas están todos subsidiados por el Estado.

Yo me río incrédulo. No puedo entender lo que está pasando. ¿Será una broma?, pienso. Pero me acuerdo entonces de un informe bastante tonto que pasaron por la tele un domingo a la noche, y lo repitieron hasta el hartazgo durante toda la semana.

No es mi caso, llego a defenderme. Y aunque lo fuera, podría argumentar, la función del Estado, entre muchas otras, es promover la cultura. Pero no hace falta, la cabeza del hombre está cerrada, formateada sin remedio.

lunes, 3 de febrero de 2014

Maldita Conciencia (¡tercera edición!)

Aparecido por primera vez en septiembre de 2007, reeditado al siguiente año, y agotado luego sin reposición durante un tiempo considerable, ve ahora la luz la tercera edición de Maldita Conciencia. Hubiera querido que ocurriera antes, pero debí ordenarme con algunos otros proyectos literarios que alcanzaron también la forma de libro durante este período.

Maldita Conciencia es mi tercer libro de poesía, de cuatro que llevo publicados en el género. Por él decidí apostar justamente en 2007, entre dudas y más dudas, cuando no sospechaba aún que mi vida rumbearía definitivamente hacia estos lados, donde la pluma o el lápiz o las teclas de la netbook consiguen darme de comer cada día. Con él alcancé la confianza que andaba entonces necesitando.

Se merecía, por todo lo dicho, una nueva oportunidad de llegar a la gente. Fue bien recibido aquella vez. Ojalá ahora no sea distinto.

Algunos de los poemas que lo conforman han sido plasmados también en este espacio: La crisis, No explicarum, El país en llamas, Tras la crisis.

Lo que sigue es el texto de contratapa:

Maldita conciencia es abrir los ojos, abrir los ojos a pesar de todo, aunque duela, es abrir los ojos a pesar de uno mismo.

Maldita conciencia es, como dice Fito, dar media vuelta y ver qué pasa allá afuera.

Maldita conciencia es también seguir, saber el mundo y seguir, y no tirarse en una cama tomando al mundo como excusa.

lunes, 27 de enero de 2014

Encuentros (IX)

Cosas que pasan en la calle, en relación a los libros.

IX

—Ese libro lo conozco —dice el muchacho al otro lado del vidrio, en la boletería del tren—. Lo tiene mi nene. Le gustó mucho.

Estación Carupá. En la ventanilla se refleja mi rostro y un recorte de la tapa de Los cuentos de Toba. De los gestos del muchacho ni noticias, pero adivino una risa en la inflexión de su voz.

—¿Tenés el otro? —continúa.
—No, está agotado. Pero te puedo mostrar un libro de poesía o una novela, si querés.
—Me gustaría, pero no tengo plata ahora. Mejor la próxima.
—Seguramente me demore en volver —advierto—. Mis tiempos son largos, de un año más o menos. Pero en la página web hay un mapita con los lugares donde se consiguen.
—¡Dale, me voy a fijar!

Me llevo el boleto. En diez o quince minutos arribará mi tren. Quedo sumido en pensamientos agradables.

lunes, 20 de enero de 2014

Encuentros (VIII)

Cosas que pasan en la calle, en relación a los libros.

VIII

Enterarte de que una nena se ríe sola mientras lee uno de tus libros, y la madre a su lado sin terminar de creerlo, y luego las dos en la librería intentando conseguir el anterior. Eso (eso de verdad) no tiene precio.


viernes, 10 de enero de 2014

Las noticias y el rating

Reflexionemos.


Las noticias y el rating


La ciudad es grande, inmensa, la habitamos de a millones. A todos nos pasan cosas mientras tanto: algunas sencillas, intrascendentes; otras hermosas, casi mágicas; de vez en cuando una de la que preferiríamos no hablar, horrible, de esas que le toca a uno en un millón (otra vez con los millones).

Después viene la tele, la radio, la prensa escrita. Hace una selección de las horribles, escarba entre las peores, se regocija. Hará un show. Competirá por el rating.

Te dirá que no salgas a la calle porque te violan, te matan, te saquean. Te dirá que no te quedes en casa porque se incendia, se inunda, te toman de rehén, o en el mejor de los casos se te corta la luz por veinte días y se terminan las velas en todos los negocios del barrio y las pilas y las linternas y los generadores eléctricos. Te dirá que tengas miedo, que tiembles, porque todo, todo esto junto y más, mucho más, te puede pasar a vos, y sólo a vos, hoy o mañana o cualquier día de estos.

¿Qué hacés entonces?, ¿te vas a vivir a una isla (¿me voy a vivir a una isla?)?, ¿te atrincherás (¿me atrinchero?)?, ¿te comprás un auto blindado (no llego a tanto)?, ¿o apagás un ratito la tele, la radio, la prensa escrita, y te dejás vivir (¿me dejo vivir?) como la vida venga?


Alejandro Laurenza

miércoles, 1 de enero de 2014

Tres años

Se cumplen tres años. Puedo decir ahora que vivo de mis libros. Falta holgura, es cierto. Aspiro a más, también es cierto. Pero me prometo trabajar para seguir creciendo.

Incontables veces fantaseé, mientras me dedicaba a otra cosa, mientras sostenía una profesión relativamente cómoda en lo económico pero que me hacía sentir vacío al fin de cada jornada, con rumbear el esfuerzo de mis manos (y de mi mente ¿por qué no?) hacia lugares distintos.

Me hundí en divagues imposibles. Me probé, en el espejo de la imaginación frondosa, una multitud de pieles ajenas a la mía, de profesiones más o menos cercanas o distantes. Ninguna me satisfizo.

Había que mirar sobre lo obvio, sobre lo que parecía descabellado pero aun así obvio. Había que tomar las pasiones (la literatura, las caminatas al aire libre, el cambio como regla y no como excepción) y volverlas redituables. Y, sin embargo, había también que mantenerse genuino: no vender al mejor postor la inalienable necesidad de decir.

Y en eso estamos. A veces se vuelve duro y nos alcanza el desaliento, como días atrás. Pero sobre la marcha supe convencerme (sigo convenciéndome) de que ninguna dificultad es demasiado grande cuando uno hace lo que de verdad desea, y de que hay que actuar más y conjeturar menos.