miércoles, 20 de febrero de 2013

Mi segunda novela

Motivado quizá por la inminente publicación de mi primera novela, retomé la escritura de lo que será la segunda, dejada en stand by durante largo tiempo. Vuelvo a levantarme temprano por la mañana, a esas horas en que me siento más productivo, y donde la casa, sumida aún en el silencio, me recibe tranquila, y me ve trabajar en la mesa redonda de la cocina (de plástico, provisoria), moviendo los dedos sobre la netbook, y tomando algún mate de vez en cuando para acabar de despertarme.

Los primeros días fueron de lectura. Debía recuperar el hilo de lo ya contado: no sólo historias y personajes tendrían que volver a mi memoria, sino también el tono de la narración, que no es uno en este caso, sino dos. Dos tonos para dos historias que se desarrollan en paralelo, y que prometen cruzarse de manera trágica, no sin antes mantener cierto suspenso que intentará hacerlas interesantes.

Un muchacho nacido y crecido en un barrio marginal, por un lado, arrojado por las circunstancias, y por las propias decisiones, a la delincuencia. Unas familias de clase media, por otro, atravesadas sus vidas por ciertos hechos inesperados, como puede ser un embarazo a edades tempranas para el ámbito en que se desarrollan.

La técnica de escritura es similar a la de la novela anterior: los personajes recuerdan desde diferentes lugares del tiempo, los sucesos aparecen de manera desordenada, y se van uniendo, poco a poco, para dar coherencia al relato final.

Me siento bien ahora. Escribir me hace sentir bien. Estoy bajo el influjo de la emoción creadora, cuyos resultados podrán ser mejores o peores, pero que siempre es agradecida por el cuerpo. Se los aseguro.

12 comentarios:

Isabel dijo...

Escribes a la misma hora que yo.
Un saludo.
Isabel.

Alejandro Laurenza dijo...

Se ve que ambos funcionamos mejor por la mañana. Otros, en cambio, prefieren la trasnoche. A mí esto último me resulta imposible: me muero de sueño!

Esther dijo...

¡Buenísimo!

Esa clase de estructura me fascina.

Eslava Galán, en Prosofagia 13, nos decía que la poesía es quien realmente le enseña al escritor a valorar la palabra, porque en la poesía no hay excipiente, y te juegas el todo en cada palabra, cada una debe ser precisa, única.

Espero, entonces, Alejandro, la noticia de la publicación de la primera novela ☺

Un abrazo!
Esther

Alejandro Laurenza dijo...

Sí, Esther, por mi parte está casi todo hecho para publicar la primera novela. Ahora estoy esperando respuestas de imprentas. Será una edición independiente, como mis libros anteriores.

Ya contaré más detalles! :-)

Saludos!

raúl dijo...

¡¡Exitos!! También estoy escribiendo mi nueva novela. No aflojemos. Abrazo.

Karina Recchimuzzi dijo...

Que lindo Alejandro!! gracias por compartir tus procesos , yo encuentro mucha y verdadera poesia en las calles por donde voy observar y percibir las sensaciones que te dan las cosas es una fuente inagotable de poesia. Mucha suerte en tu nueva obra y te dejo un link con mis nuevas canciones . un beso

http://www.karinarecchimuzzi.blogspot.com.ar/

Maribel Romero dijo...

Te comprendo, Alejandro, es muy mágico el momento creador. Yo siempre digo que cuando escribo entro en trance, es difícil de explicar "el secuestro" que sufro por parte de la historia que creo, hasta el punto que me siento fuera de mi propia vida cotidiana.
Sigue adelante, esa historia promete.

Un abrazo.

Alejandro Laurenza dijo...

Bien, Raúl! A seguir escribiendo! :-)

Gracias, Karina. Ahora me meto al link.

Sí, Maribel, es una especie de trance en que uno hasta deja de ser quien es...

Un abrazo!

Mián Ros dijo...

Siento muy afín tus palabras. Yo escribo a horas muy tempranas; por la tarde el ajetreo de mi alrededor se me hace una vorágine en la que sucumbo con facilidad. Te felicito por esa calidez que te acompaña en tu segunda novela.

Un abrazo.
Mián Ros

Alejandro Laurenza dijo...

Sí, Mián, es difícil concentrarse cuando uno está invadido por los rumores cotidianos. Aunque reconozco que para escribir poesía me pasa menos: si bien me cuesta hacerlo en casa, no tengo problemas en olvidarme de todo cuando viajo en colectivo, o estoy en un bar, rodeado del bullicio que les es propio.

Saludos!

Blas Malo Poyatos dijo...

Hola Alejandro, ¿ya han pasado dos años desde que decidiste el todo por el todo? Y ahí sigues, respirando y escribiendo. Leyendo tus dos últimas entradas, la verdad, dan ganas de atreverse a lo que es más dificil: (sobre)vivir de los libros. Y sin embargo, tú eres un ejemplo de que puede hacerse.

Un saludo cordial

Alejandro Laurenza dijo...

Sí, Blas, ya dos años.

Como bien decís, lo que consigo hasta ahora es sobrevivir con los libros, pero apunto a estar más holgado en el futuro. Trabajo para eso.

Claro que no basta con escribir, sino que debo a la vez costear mis publicaciones y venderlas. Ya veremos cómo siguen las cosas.

Un abrazo!